EFEMÉRIDE
Patrick y Silvia, una casa inglesa en Caleta del Sebo

Se cumplen 50 años de la llegada de Patrick y Silvia Shiel a La Graciosa, donde edificaron una vivienda que se despliega como una espiral en torno a un patio central.
No buscaban el paraíso perdido: escapaban del infierno. En 2019 se cumple medio siglo de la llegada de Patrick y Silvia Shiel a Caleta del Sebo, en La Graciosa. El matrimonio recala en la islita en 1969 y decide construir su casa e instalarse en ella. Allí pasarían el resto de sus vidas: dos ingleses ilustrados entre gracioseros y en una apartada islita. Para tratar de entender qué les movió a tomar la decisión de vivir casi apartados de mundo convendría saber que un año antes ambos perdieron a sus dos únicos hijos en un accidente de tráfico.
Patrick Shiel era entonces un reconocido arquitecto nacido en Inglaterra que daba clases en la Universidad de Oxford. Su esposa, Silvia Shiel, de origen irlandés, era profesora de pintura en la misma Universidad. Quizá para alejar el dolor, optaron por habitar en la frontera y escogieron el desarraigo y el exilio voluntario. La casa trazada por Patrick es uno de los ejemplos que suelen citarse por los estudiosos de arquitectura diseñada y habitada por arquitectos afincados en España en la segunda mitad del siglo XX.
No es una casa blanca y baja, y llama la atención por su silueta de color tierra y superficie rugosa
Los arquitectos Blanca Lleó, primero, y Juan M. Otxotorena y Héctor García-Diego, después, se han detenido en la casa de Patrick y Silvia, una vivienda extraña, radicalmente distinta al humilde y sencillo estilo constructivo que se estilaba en Caleta del Sebo a finales de los años sesenta. No es una casa blanca y baja, y llama la atención por su silueta de color tierra y superficie rugosa. Situada en primera línea de mar, se alza junto al paso obligado a la salida del pueblo rumbo a la playa del Salao y Montaña Amarilla.
La arquitecta Blanca Lleó entrevistó a Silvia para escribir un capítulo sobre su residencia en su libro Sueño de habitar. Le dice Silvia a la autora: “Cuando llegamos a esta isla (…) no había ningún tipo de máquinas, ni electricidad, así que construimos nuestra casa con mucha dificultad. Los materiales venían de Lanzarote en barcos ocasionales y nos ayudamos con los camellos de la isla. Mi marido quería que fuera de piedra, pero no pudo ser y se hizo finalmente con bloque de cemento. No quería encalarla sino dejarle un color natural". Patio y recorrido hacen la casa: el refugio en la naturaleza, la casa primigenia, permanencia y estabilidad, apunta Blanca Lleó.
Patrick murió a principios de los ochenta; Silvia, transcurrido ya el 2000 con algo más de 90 años
En Enclave, atalaya y meta. Casas de arquitectos extranjeros afincados en España en el tercer cuarto del siglo XX, Otxotorena y García-Diego, escriben: “Patrick y Silvia Shiel trabajaban en la Universidad de Oxford desde 1945, él como profesor de arquitectura y ella enseñando pintura. En 1968 –a los 56 y 63 años respectivamente–, eligen casi al azar La Graciosa (…) para iniciar una nueva vida. Construir la casa se convertirá en una auténtica hazaña, habida cuenta de las dificultades del empeño de llevar materiales y mano de obra a un lugar tan recóndito e inaccesible como el islote. La casa se compone de una sencilla yuxtaposición de piezas, todas ellas doradas por la acción de la arena y el viento. La arquitectura se despliega en torno a un amplio espacio central, según un recorrido helicoidal que regala diferentes e inesperadas visuales”.
Merced al reconocimiento internacional que había alcanzado, Patrick recibió algunos premios de arquitectura con importantes dotaciones económicas, un fondo que la pareja administró con extrema austeridad hasta el final de sus días. Patrick murió a principios de los ochenta. Silvia, transcurrido ya el 2000 con algo más de 90 años. Tras de sí dejaron su vivienda, una construcción que hoy habita una nueva familia y que sigue sin pasar desapercibida a los visitantes de la islita. Patrick y Silvia reposan en el cementerio de La Graciosa.
La casa de Patrick y Silvia Shiel es una montaña
Patrick y Silvia Shiel dejan para siempre la isla de Gran Bretaña y eligen casi al azar una diminuta isla semidesierta para habitar el resto de sus vidas. Rescatando toda la poesía y el auténtico vigor de un medio natural indómito, esta casa representa la creación de un entorno habitable en la libertad del espacio natural, la fuerza de lo realizable y la dignidad de lo necesario, ha escrito Blanca Lleó.
La organización de la casa parece provenir de una decantación inteligente y viva de la tradición moderna. A la sencilla yuxtaposición de piezas en torno a un patio abierto, se superpone un orden de itinerario en espiral que nos brinda desde la casa como atalaya una visión en secuencia de los cuatro puntos cardinales. El recorrido se inicia en el exterior, en el umbral de entrada al patio, relata Lleó.
El cuerpo alto que se asoma al mar termina en una terraza puente que sobrevuela el punto de acceso; el movimiento por la casa completa aquí los 360 grados. Y aún es posible continuar el paseo a través de las cubiertas, horizontales e inclinadas, hasta el punto más elevado de este promontorio arquitectónico. La casa es una montaña. La escalada es el argumento de un habitar vinculado al paisaje circundante, subraya la arquitecta.