San Bartolomé se olvida de Ajey y celebra su día grande este 24 de agosto

La mayoría de los municipios de la isla tienen nombres sonoros y de indudable origen prehispánico, una norma que rompe San Bartolomé por su evidente adhesión al santoral
Haría, Teguise, Tinajo, Yaiza… La mayoría de los municipios de Lanzarote tienen nombres sonoros y de indudable origen prehispánico, una norma que rompe San Bartolomé por su evidente adhesión al santoral. Hoy es celebra su festividad en este pujante municipio, 24 de agosto, víspera de San Ginés, por lo que ha sido siempre una manifestación que ha discurrido a la sombra de los festejos de la ciudad.
La localidad de San Bartolomé viene citada en el mapa de Riviere, y que, si bien a partir de las erupciones del siglo XVIII, debió buscar su nuevo y definitivo emplazamiento, su fundación era de fecha anterior, pues ya aparece citado como “lugar” en 1670 (Bruquetas 1997: 304) y aún antes, en 1629, en las Constituciones Sinodales del Obispo Murga, poblado entonces con 49 vecinos, lo que es mucho, para el Lanzarote de la época. Estas referencias son de Maximiano Trapero y Eladio Santana en su Toponimia de Lanzarote.
Ajey desapareció de la toponimia
Ambos autores consideran que es posible que el poblado y su denominación surgieran a partir de una ermita dedicada al santo, pero que viniera a sustituir al antiguo poblado aborigen de Ajey, como algunos dicen, es menos constatable, pues entre la desaparición de Ajey —“si es que, en efecto, fue poblado guanche”, anotan— y el nacimiento de San Bartolomé debieron pasar, al menos, dos siglos.
A juicio de Trapero y Santana, no hubo, por tanto, sustitución toponímica en este caso. Prácticamente, el nombre de Ajey desapareció de la toponimia y su pervivencia como nombre se debe más bien a que una agrupación folclórica de San Bartolomé lo adoptó para sí, aunque, si así fue, sería porque el nombre quedara “sonando” en la tradición. El hecho es que en tiempos recientes se ha sugerido para el pueblo el nombre de San Bartolomé de Ajey, una propuesta que, en su día, argumentó por escrito Agustín Pallarés Padilla.
San Bartolomé y San Ginés, dos imágenes caribeñas
En cualquier caso, San Bartolomé y San Ginés tienen más en común que su vecindad en el calendario. Clermont-Ferrand es el lugar de origen de San Ginés, una localidad situada en centro-sur de Francia, aunque no está muy claro por qué un pequeño puerto del Atlántico situado a casi 3.000 kilómetros de distancia decidió adoptar un santo de aquel país como patrono. El caso es que la actual imagen del santo se instaló en 1798 en la antigua ermita, hoy iglesia de San Ginés, tal y como había venido de La Habana, sin barniz ni vestidura. La imagen de San Bartolomé llegó a este pueblo, al que da nombre ya en el siglo XIX, y es conocida como ‘El Cubano’ porque procedía de la ciudad de La Habana, precisamente.
Llegadas ambas imágenes de la antigua colonia española en el Caribe, cada una cogió su propio camino, que se entrecruza todos los años a mediados de agosto. San Bartolomé porta en la mano derecha un cuchillo y en la izquierda un libro sagrado, y su rostro, ligeramente inclinado, mantiene una actitud suplicante. Pero, ni con el cuchillo pretende ajustar cuentas con el obispo francés, ni con el rostro suplicante implora protagonismo festivo alguno; tan solo parece que aspira a mantener a raya al demonio que se encuentra a sus pies y al que sujeta con una cadena.
