60 años de la puesta en marcha de la planta potabilizadora de Manuel Díaz Rijo

Manuel Díaz Rijo, febrero de 2008. Foto JL Carrasco.
Manuel Díaz Rijo, febrero de 2008. Foto: José Luis Carrasco.
El ingeniero naval nacido en La Vegueta se inclinó por la docencia y la investigación, aplicando sus conocimientos a una balsa de piedra situada en el Océano Atlántico
60 años de la puesta en marcha de la planta potabilizadora de Manuel Díaz Rijo

En la primavera de 2025 se conmemora el 60 aniversario de la entrada en funcionamiento de la primera planta potabilizadora para consumo doméstico instalada en tierra en Europa. Sucedió en Lanzarote y la isla cambió para siempre gracias a Manuel Díaz Rijo (La Vegueta, 20 de septiembre de 1927 – Madrid, 14 de junio de 2016), un ingeniero naval que, en lugar de orientar su vida profesional en unos astilleros, se inclinó por la docencia y la investigación, aplicando sus conocimientos a una balsa de piedra situada en el Océano Atlántico.

"Una especie de buque anclado en el Atlántico"

A pesar de la gran cantidad de agua existente en el planeta, nunca ha sido un recurso accesible, renovable ni barato en Lanzarote. La precipitación de agua de lluvia en la isla no supera los 140 milímetros al año, una cantidad ínfima. Además, la mayor parte del agua caída se evapora, por lo que tan solo se aprovecha una pequeña parte, tanto en superficie como infiltrada. De ahí que, en el pasado, los periodos de sequía se saldaran con hambruna y emigración. Si la isla quería prosperar gracias al turismo, necesitaba agua.

En 1960, Manuel Díaz Rijo decidió buscar una solución al abastecimiento de agua potable en su isla natal mediante la instalación de una planta de potabilización de agua de mar. En la Navidad de 1964, la planta comenzó a producir agua en fase de pruebas. El éxito fue rotundo y el hito ocupa un lugar privilegiado en el devenir de la isla. «Se me ocurrió pensar que Lanzarote era una especie de buque anclado en el Atlántico y que podría aplicársele las mismas soluciones que ya experimentaban en otros lugares para desalar agua», dijo al leer el pregón en honor de Nuestra Señora de los Volcanes.

El Canal de Experiencias Hidrodinámicas

Manuel vivió en Lanzarote hasta los once años. Al finalizar el curso 1938-1939, el instituto de la isla cerró temporalmente, por lo que su familia se trasladó a la Península. Allí cursó estudios de bachillerato y se tituló como ingeniero naval en 1954. Se dedicó a la docencia y se doctoró en 1961, pero mantuvo los lazos con su tierra durante sus cortas vacaciones estivales y a través de la relación que cultivaba con los pocos estudiantes que se desplazaban a Madrid para cursar carreras universitarias. Conocía el alcance y el sentido de la falta de agua y estaba al tanto de las iniciativas que se acometían en la isla para garantizar el abastecimiento.

Tuvo la fortuna de trabajar en el Canal de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo, único centro de investigación naval que existía en España, entre 1954 y 1959. En la actualidad se trata de un organismo autónomo del Estado reconocido internacionalmente en hidrodinámica que realiza trabajos de proyección, experimentación e investigación, adscrito al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial del Ministerio de Defensa.

Profesor en la Escuela de Ingenieros Navales

Su estancia en este centro le permitió adquirir una visión innovadora respecto a los avances de la ingeniería en el ámbito de la hidrodinámica, una rama de la física que estudia el movimiento de los fluidos. Su sólida formación queda acreditada, asimismo, por el hecho de que, durante 19 años, Manuel Díaz Rijo desarrolló una intensa actividad docente, su verdadera vocación. Durante 13 años ejerció como profesor en la Escuela de Ingenieros Navales de Madrid, impartiendo las asignaturas de Física Teórica, Teoría del Buque y Mecánica de los Fluidos. Fue director de los laboratorios y talleres de la Escuela entre 1959 y 1964.

Su idea, en síntesis, consistió en instalar en tierra una potabilizadora basada en los métodos que se aplicaban en ese momento en algunos grandes buques, que desalaban su propia agua mientras navegaban. Los grandes barcos de pasaje y de guerra ya no transportaban agua dulce en tanques, sino que la fabricaban a medida que navegaban mediante unas sencillas instalaciones desalinizadoras. Esta idea le inspiró para crear la primera desaladora de consumo doméstico instalada en tierra en Europa.

Planta experimental en California

Por tanto, Manuel Díaz Rijo sabía lo que se proponía cuando se dispuso a resolver el problema del abastecimiento de agua potable mediante la potabilización del agua de mar. Mientras continuaba con su labor docente, redactó un anteproyecto adecuado a las necesidades de la isla y trató de obtener financiación pública para llevarlo a cabo, sin éxito. Lejos de desalentarse, trató de conseguir los fondos a través de la iniciativa privada y constituyó la empresa Termoeléctrica de Lanzarote, S. A., también conocida como Termolansa.

Entonces, dirigió su mirada hacia los Estados Unidos de América, donde ya operaban plantas desaladoras, y se puso en contacto con las firmas Westinghouse Electric Co. y Burns and Roe, Inc., que estaban desarrollando una planta experimental en San Diego (California). Se inspiró en ella al considerarla el mejor modelo para la redacción del proyecto definitivo. Después de cinco años de trabajos preparatorios, la planta potabilizadora se instaló y empezó a suministrar agua y electricidad en la primavera de 1965.

1927, centenario de su nacimiento

Dentro de dos años se cumplirá el centenario del nacimiento de una de las grandes personalidades del siglo XX en la isla. La Medalla de Plata a título póstumo concedida por el Ayuntamiento de Teguise, una calle compartida en Arrecife con su hermano José, al igual que el nombre de la central de desalación situada en la Punta de los Vientos, Conejero del Año por el Rotary Club y pregonero de las Fiestas de Los Dolores en 2011 no compensan la ausencia de una declaración en vida de Hijo Predilecto de Lanzarote que no supo llegar a tiempo.

No obstante, su logro fue recogido en 2018 en la exposición Memorias de Agua, celebrada en la Casa Amarilla, que recogió la llegada de la primera potabilizadora en 1964. Comisariada por Luis Díaz Feria, la muestra abordó tres dimensiones: la vida privada y familiar de su padre, Manuel Díaz Rijo; otra dedicada a la parte técnica; y una tercera sobre el equipo humano que trabajó en la planta.

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