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Casa Peraza, un lugar solitario hasta que estalló Timanfaya y se fundó Los Valles de Santa Catalina

Casa de veraneo de los Señores de Lanzarote hasta que en 1730 Lanzarote sufrió las primeras erupciones volcánicas y numerosas familias se establecieron en los aledaños fundando el pueblo de Los Valles de Santa Catalina

Casa Peraza, un lugar solitario hasta que estalló Timanfaya y se fundó Los Valles de Santa Catalina

La casa fue construida en la primera mitad del S. XV y era propiedad del matrimonio formado por Dña. Inés de las Casas y D. Diego García de Herrera, Señores de Lanzarote. En aquella época Los Valles era una zona muy conocida por los pastores del centro y sur de la isla.

A principios del siglo XVIII, en 1710, la casa pasa al Coronel de Milicias D. Rodrigo Peraza, quien destacó en la lucha contra las invasiones de piratas berberiscos. Y quien acabara dando nombre a la construcción. Seguía siendo una casa solitaria, algo que cambiaría apenas dos décadas después.

En efecto, el 1 de Septiembre de 1730 comienzan las erupciones volcánicas en Lanzarote. Apenas unos días más tarde los ríos de lava procedente de Timanfaya habían sepultado los poblados desde Santa Catalina a Mazo, en el Sur. Los habitantes de Santa Catalina se refugiaron en el interior de la isla,  y unos 42 de estos vecinos se asentaron a lo alto de las montañas, entre Montaña Temesa y Los Valichuelos. A este nuevo poblado lo bautizaron con el nombre de Los Valles de Santa Catalina.

Así surgió un pueblo junto a la que durante varios siglos había sido la mansión veraniega de los señores de Lanzarote.

La casa de los Peraza sufrió como el resto de las casonas y palacios de Teguise los ataques a los que estuvo sometido la isla durante varios años. Su estructura actual es la que le diera el Coronel Peraza en el S. XVIII. Su heredero Maximino Peraza de León fue quien el 21 de Noviembre de 1988 la vende al Ayuntamiento de Teguise, su actual propietario y quien le ha tratado de dar un uso más o menos regular para forzar su conservación. Así, ha sido ya desde Museo Etnográfico a aulas de talleres de timple o sede de la asociación de cultivadores de papas, el principal producto de la zona.

Su arquitectura conserva la sencillez de la arquitectura popular lanzaroteña

Conserva la sencillez de la arquitectura popular lanzaroteña. Destaca su planta en forma de “u”, cerrada por los muros torales y el portón de la entrada. Sus dimensiones son variables, con un patio central al que se abren todas las edificaciones de la casa, para establecer un circuito de aireación y comunicación horizontal. Existe poca abertura al exterior en forma de ventana siendo ésta una variante más de casa mediterránea.

Sus huecos o habitaciones son longitudinales, enmarcados con carpintería de tradición popular, cubiertas planas a dos aguas, un “sobrado” con balcón de madera.

Los materiales utilizados fueron encontrados en la naturaleza, tales como piedras volcánicas aglutinadas con barro. Las cubiertas son por lo general de doble vertiente sustentada con una estructura vista confeccionada con vigas de madera.

 Las techumbres y paredes están pintadas de blanco con cal, material utilizado por su propiedad higienizante e impermeabilizante y porque la cal actúa como pantalla natural que impide que los rayos solares penetren en la vivienda y ésta se mantenga fresca.

Las puertas son de apertura de goznes o esquicialeras; de dos hojas la principal de la entrada, con cuerpo de postigo, utilizado para atender a los visitantes.

Actualmente toda la carpintería de la casa es de madera de color oscuro, tratada con aceite protectora.

Fuentes: La arquitectura vernácula de Lanzarote y su funcionalidad social, de Demelza Díaz Guerra y Manuel Ángel Fajardo Mosegue. Historia de Teguise/ Francisco Hernández Delgado y María Dolores Rodríguez Armas

Así es la Casa por dentro

La primera edificación, a la izquierda de la entrada, consta de dos cuerpos o huecos de distintas dimensiones; ambas con puertas exteriores y de una hoja. Techo de madera a dos aguas y atravesados por una viga que sostiene el peso.

La sala situada frente a la puerta principal consta de dos huecos, el mayor se utilizaba supuestamente como dormitorio y el anexo mucho más pequeño, para el reposo de las parturientas y enfermos de la familia.

A la derecha, al fondo, se encuentra la cocina, con techo de piedra hornera y suelo empedrado. Cuenta con un horno, tres ventanucos para la ventilación, y una chimenea para la salida  de humo. La encimera o poyo es de piedra.

Dos chaplones de piedra llevan al patio trasero donde está el aljibe. Esta es una pieza fundamental para la supervivencia doméstica por el entorno geográfico, sequedad y falta de lluvia.

En esta parte se encuentran, además, los cuartos que servían de corrales para los animales, siempre presentes en la vida diaria de los habitantes de la casa.

 Con la última reforma se construyen dos servicios, masculino y femenino. Junto a éstos, hay un cuarto donde está situado el hidro. El jardín está decorado con vegetación adaptada a la zona.

De vuelta a la casa, a mano derecha de la entrada, se sitúa un hueco pequeño que en otra época fue utilizada como taller de relojes por el señor Clemente, último morador de la casa,  y a su lado otra habitación más amplia. Ninguna de las dos tiene ventana. Desde el patio se accede a un “sobrado” que era utilizado como dormitorio. Su escalera es de chaplones de piedra natural con balcón y suelo en madera.

Por último, el patio central cuyo empedrado forma un dibujo cruzado, canalizaba la vida doméstica. Se defiende del viento por medio de muros torales que son tratados exteriormente a cuchara, sin alisar, quedando la superficie rugosa

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