TURISMO

Viviendas vacacionales en Lanzarote: sí hay guiris para tanta cama

Charco de San Ginés, Arrecife.
Charco de San Ginés, Arrecife.

Tenemos un total de 33.364 plazas en viviendas vacacionales y hay problemas con el alquiler residencial, pero existen 19.986 casas vacías

Viviendas vacacionales en Lanzarote: sí hay guiris para tanta cama

Parece que sí, que hay guiris para tanta cama. En febrero de este año, Lanzarote y La Graciosa contabilizaban 7.226 viviendas turísticas con un total de 33.364 plazas, a razón de 4,6 plazas por cada vivienda. Se trata tan solo de una estimación extraída de las tres plataformas más utilizadas de alojamiento turístico en España. Por lo tanto, es probable que la cantidad sea todavía mayor. Hace dos años había unas 1.000 viviendas vacacionales menos y unas 4.000 plazas menos, lo cual ofrece una idea de la expansión que registra esta modalidad turística.

Redistribuir los ingresos turísticos

El motivo de la proliferación de las viviendas vacacionales es bien conocido. La clave está en el desarrollo de las plataformas digitales, que facilita extraordinariamente la promoción y el alquiler de este tipo de viviendas, multiplicando los ingresos a sus propietarios frente al alquiler normal de larga duración. Pero, al mismo tiempo, ha ido aumentando el número de turistas que se inclinan por una vivienda vacacional, en lugar de un hotel convencional. La confluencia de ambos fenómenos ha expandido esta modalidad de alojamiento turístico.

Las viviendas vacacionales gozan de apoyo popular porque permite que cualquier pequeño propietario pueda obtener ingresos directos del alojamiento turístico, algo que parecía reservado solo a las grandes empresas. Por otro lado, tienen un efecto positivo de arrastre sobre el comercio local, así que es una manera de redistribuir con criterios más democráticos los ingresos turísticos, de ahí el fervor que suscitan.

Reconvertir residenciales en turísticas

El inconveniente también es conocido. El éxito de la implantación de las viviendas vacacionales conlleva reconvertir viviendas residenciales en turísticas porque generan mayores ingresos, sencillamente. El efecto inmediato es que se reduce la oferta de viviendas para el alquiler residencial de larga temporada al tiempo que se producen fuertes aumentos de los precios. Esta es la situación de Lanzarote y de muchas zonas en todo el país a falta de regulación clara.

Las plazas existentes en viviendas vacacionales, según el último dato disponible, se distribuyen de la siguiente manera: 11.662 en Yaiza, 8.311 en Tías, 6.830 en Teguise, 2.466 en Haría, 1.633 en Arrecife, 1.447 en San Bartolomé y 1.005 en Tinajo. Hace un total de 33.364 plazas. De otro lado, en mayo de este año se contabilizaban 63.896 plazas hoteleras y extrahoteleras convencionales. Sumadas unas y otras, Lanzarote tiene ahora mismo 97.260 plazas turísticas y la tercera parte de ellas son de viviendas vacacionales.

Falta una regulación clara

Así las cosas y a falta de una regulación clara, el mercado impone su lógica y quien antes tenía un piso en alquiler convencional de larga duración, ahora está dándole vueltas a la posibilidad de dedicarlo a vivienda vacacional para incorporarse al nuevo boom inmobiliario, si es que no lo ha hecho ya. Este régimen del alquiler vacacional ya supone en Lanzarote el 30 por ciento de la ocupación, lo que supone cerca de un millón de turistas alojados.

Lo llamativo es que estos cambios han ocasionado varios efectos en muy poco tiempo. De una parte, casi no hay pisos en alquiler convencional y son muy caros, mientras que en paralelo se ha disparado la oferta de viviendas vacacionales, que se pueden encontrar por toda la geografía insular, incluso en zonas tan poco turísticas como Altavista o Argana Alta. Y creciendo. En Lanzarote, el precio medio por vivienda turística y noche es de más de 100 euros.

Buscan no sentirse guiris

Sin embargo, alquilar casas y apartamentos a turistas es una práctica tan vieja como el propio turismo y esta modalidad ha existido en la isla toda la vida, y no sólo en las zonas turísticas clásicas. Pensemos en Caleta del Sebo, Caleta de Famara, Arrieta, Punta Mujeres… Técnicamente se trata de la cesión temporal de uso de la totalidad de una vivienda amueblada y equipada en condiciones de uso inmediato, comercializada o promocionada en canales de oferta turística y realizada con finalidad lucrativa.

Frente a los centros turísticos tradicionales que proliferaron por toda la costa española, los cascos antiguos y el propio litoral de las ciudades son las nuevas zonas apetecibles para un segmento del turismo, de corte urbano. En esencia, buscan no sentirse guiris, sino viajeros; sentirse integrados y que forman parte del lugar, para soñar otra vida, pasar desapercibidos y pasear y comer y beber y comprar donde lo hacen los residentes.

En Lanzarote hay 19.986 viviendas vacías

La paradoja es que en Lanzarote hay 19.986 viviendas vacías, según el último Censo de Vivienda referido a 2021 y elaborado por el Instituto Nacional de Estadística. En Tías hay 8.273 viviendas vacías y es el municipio mayor de 10.000 habitantes con mayor porcentaje de viviendas vacías de toda España.

Las demás viviendas vacías se reparten de la siguiente manera: Arrecife, 3.114; Haría, 1.134; San Bartolomé, 1.538; Teguise, 2.374; Tías, 8.273; Tinajo, 422 y Yaiza, 3.131. Una vivienda se considera vacía según el consumo eléctrico en un año completo. En el caso de Arrecife, hay 22.697 viviendas principales y 2.642 viviendas no principales, lo que hace un total de 25.339 viviendas. Por tanto, más del 10 por ciento de ellas están vacías,

‘Turistificación’ por masificación turística

Un último aspecto de este fenómeno es el rechazo social. En muchos lugares, la presencia del turismo vacacional de tal magnitud que ha brotado un movimiento de fuerte rechazo. No por fobia al guiri, sino porque es imposible llevar una vida normal junto a un colectivo que está de vacaciones y hasta las tantas de la madrugada los 365 días al año.

Una de las nuevas palabras asociadas a este fenómeno es ‘turistificación’, y alude al impacto que tiene la masificación turística en el tejido comercial y social de determinados barrios o ciudades. Se produce, en definitiva, una incidencia depredadora del turismo en los precios de la vivienda para los residentes, además de que los servicios, instalaciones y comercios se orientan y se conciben pensando más en el turista que en el ciudadano que vive en ellos permanentemente.

Se ha extendido la ‘gentrificación’

El otro vocablo que se ha extendido es ‘gentrificación’, y alude al proceso mediante el cual la población original de un barrio, generalmente céntrico y popular, es progresivamente desplazada por otra de un nivel adquisitivo mayor. Este fenómeno no tiene por qué estar asociado al turismo y puede obedecer a las modas dentro de los espacios urbanos.

El fenómeno es imparable. Basta con adecuar una vivienda y publicitarla en alguna de las plataformas de comercialización existentes en Internet, que hacen de intermediarias a cambio de una comisión. Y, como es imparable, el reto no se centra en prohibirlo, sino en regular los canales de comercialización, garantizar el pago de impuestos y conciliar los derechos de los propietarios sobre la explotación de sus inmuebles con los modelos turísticos imperantes.

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