A muerte con los océanos

A muerte con los océanos

‘Innovación para un océano sostenible’ es el lema escogido por las Naciones Unidas para celebrar el Día Mundial de los Océanos. Lo que se busca es una mayor cooperación internacional entre los países para que, a través del avance científico y tecnológico, conseguir los cambios necesarios para sanar y salvar el único hogar posible para los seres humanos, la Tierra. Los océanos representan el principal pulmón del planeta y son los responsables de generar el oxígeno y lograr el equilibrio ecológico acuático y terrestre, pero los humanos seguimos como si el grave problema que los amenaza no fuera con nosotros.
En vez de estar a muerte en defensa de los océanos, como quien oye llover
 
Aunque no las vemos, a nuestro alrededor y bajo la superficie del mar hay especies vegetales valiosas, como las praderas de sebadales en El Veril de Alegranza y en El Río de La Graciosa. Los sebadales marinos de La Graciosa y de Guasimeta son Lugares de Importancia Comunitaria (LIC) y forman parte de la red europea de espacios naturales. El Archipiélago Chinijo es uno de los dos espacios marinos más importantes de Canarias, con más de 700 especies y hasta una decena de grandes mamíferos marinos frecuentan estas aguas: rorcual aliblanco, cachalote pigmeo, orca, calderón tropical, delfín mular, delfín listado, delfín común, calderón gris, zifio común y cachalote, y suponen la tercera parte de las especies censadas para todo el Archipiélago.
 
Pero, para muchos humanos, el mar y los seres vivos que habitan en él no son más que recursos sin dueño que pueden ser aprovechados por el primero que los coja. Son vistos como una fuente de suministro de alimento para las personas, o un medio de donde se extraen recursos energéticos como el gas, el petróleo, metales raros y preciosos… Es un medio donde hacer negocio. Por eso, cada año son miles las especies de plantas y animales que se extinguen debido a la gran cantidad de desperdicios y agentes contaminantes que son depositados en el mar. Lo sabemos, pero en vez de estar a muerte en defensa de los océanos, como quien oye llover.

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