El suelo agrario

Ya era hora de que el precio de los productos agrarios se hiciera un hueco en la agenda política, y no sólo su calidad. Fruto de la creciente preocupación por lo que comemos y por quienes se ocupan de producir lo que comemos, se anuncia ahora la redacción de las Directrices de Ordenación del Suelo Agrario en Canarias. A tal fin, el Gobierno regional ha convocado a las cuatro mesas sectoriales creadas para seguir los trabajos de redacción y que, de momento, han generado un documento de Avance y el Estudio Ambiental Estratégico.
 
Sin suelo agrícola será imposible producir alimentos e intentar reducir las importaciones
La dimensión de los problemas es enorme: pérdida irreversible de suelo agrario, abandono de suelo donde se puede cultivar o tener granjas, riesgo de desaparición de agro-sistemas con valores paisajísticos, culturales o etnográficos, ausencia de definición de usos y escasa e insuficiente regulación en la utilización de ese suelo para la realización de actividades complementarias. ¿Qué hacer? Pues ponerse a recuperar el suelo abandonado, preservar el suelo fértil destinado a cultivo, desarrollar la actividad ganadera y crear la figura de Parque Agrario para proteger la diversidad agraria y las variedades locales. 
 
Así que pronto tendremos una regulación de los suelos agrarios del archipiélago, que suponen el 16% de la superficie total de las Islas. O lo regulamos y lo protegemos, o el ansia de algunos por las grandes carreteras y la voracidad de otros por las parcelas urbanizables acabarán devorando las vegas agrícolas. Y sin suelo agrícola será imposible producir alimentos e intentar reducir las importaciones y la dependencia del exterior, por aquello de la soberanía alimentaria, el sentido común y el cambio climático. Estupendo, pero si los agricultores no obtienen rentas adecuadas, todo quedará reducido a papel mojado.

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