El escudero de Mario Alberto

Foto: GDP.
El escudero de Mario Alberto

Cuando a uno le llaman escudero, en este caso de Berto, pues se siente halagado, más si vives en un lugar que  llaman Lanzarote en el que hasta hay grabados misteriosos de los templarios. Eso porque me invento el sentido de protector, de escudo. Porque si voy a internet y miro lo que sale en la wiki y por ahí, pienso que no quisiste decir eso. Nunca viví en su casa, aunque acepto lo de servirle con honor. Pero nunca usé arma alguna. Y hubiera sido su criado si me lo hubiera pedido, pero sin retribución. Eso tampoco cuadra en escudero convencional. ¡Ja, ja, ja! Me lo pones muy a huevo con el caballero Lancelot, los criados y las retribuciones. Pero lo dejo. Vamos pa’llá.
 
Me voy a permitir batir  mi vida. De escudero. De antiguo pa’cá. Si el llanto es una cascada inagotable, para que se dé, detrás tiene que haber un muro de piedra sólida, desde donde se precipite. Así que no te pienses que aquell@s que mucho lloran son débiles. Pero si intentas hacer de esa piedra un valor, una definición, un credo, una teoría, una posición, entonces se quiebra y en poco se acaba allanando el lugar y deviene en río. Ser piedra y llorar, llorar sin parar para mantenerse piedra. Porque si no lloras, la piedra se resquebraja y acaba cediendo igual. De sed, se va yendo.
 
Mi alma se desdobla y habita ese espacio hueco, fresco, ondulante, que hay entre la cascada y la piedra. Donde la luz siempre es magia reverberante con los impulsos irregulares del llanto. Esa es mi placenta existencial. Entre el sólido dolor de la resistencia pétrea y el gozo etéreo. No tengo la más remota idea de qué es dios, ni tengo la más remota idea de qué es el universo material, ni de si existen. No tengo la más remota idea de principios ni finales, solo destellos, luces que atraviesan el llanto al caer y rebotan en la húmeda piedra creando infinitas posibilidades de todo en todo instante.
 
Y el sonido. Y tras él, al caer la cascada y rebotar estruendosa en el charco de los encantos, surgen las palabras. Luego, río abajo colmarán los océanos del mundo de historias y sus símbolos. Pero sí te puedo decir una cosa, habitando entre la piedra y el llanto, yo las he visto pasar antes de que fueran palabras e historias y símbolos. Cuando solo son luz y sonido. Eso sí te lo puedo susurrar.
 
Al tiempo y al pairo, cuando dejas o se escapa tu mente río abajo y entras en el océano a dejar las tuyas, te encuentras  un portal ya de acero con un cartel que dice: "Si entras, vive y deja vivir". Que significa mata y deja matar. O roba y deja robar. O miente y deja mentir. O especula y deja especular. O humíllate y deja humillar. En definitiva, el otro no eres tú. El OTRO NO ERES TÚ (este cartel es en grafeno). Ese es el sonido del océano del mundo civilizado hoy. El que habitamos.
 
Le llaman vivir en paz, ser independiente. Y yo, que no vivo en paz, y dependo de tod@s, aun así, ya casi mimetizado en ese mundo habitable, dejo las mías. Y así será mientras los océanos lo permitan. Alguna noche, invertirán el fluir y las historias ya desencantadas subirán  río arriba y lo borrarán todo. Y tal vez quede algún símbolo grabado en la dura piedra cuando los océanos de historias se retiren. Pero, para cuando podamos volver a interpretarlos, Narciso ya los habrá convertido en espejos. Y nos veremos sapiens, uno por espejo. Luego, los espejos se irán distorsionando con el tiempo y los narcisos no podrán soportarse. Y crearán templos, y crearán multitud de pantallas que les devuelvan una imagen feliz. O más horrible que ell@s. Y gritarán neuróticos ¡vive y deja vivir! a la muerte. Y muchos hasta formarán ejércitos y se harán novios de ella. Para matar por amor. A l@s otr@s.
 
Esta es una historia, que fluye por el río camino del océano. Una mujer fue violada; no dijo no, claro y alto, según testigos presenciales que no hicieron nada porque la ‘manada’ era poderosa. Dicen que no hizo la más mínima oposición. Incluso aparentaba una entrega dulce y ponerse en posiciones que no la forzaran. Más aún,  pareció que acariciaba a alguno que golpeaba su ‘muertero’ más fuerte. Muchos dijeron otra más, otra más, es que son unas putas. Y esa, grande. La más grande. Así y todo, no consiguió salvar a su hijo, estaba embarazada. A este ritmo eso será un aborto ilegal. Dirán: salió esa noche para que la abortaran.
 
Esta es otra. Una triste historia sobre caballitos de mar y gentes de a pie, sacada del océano del mundo. Son una especie en peligro de extinción, pero se siguen capturando, por millones. Los caballitos de mar, son uno de los seres más extraordinarios del planeta. Están protegidos por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro de Extinción en China, pero las tiendas están llenas de frascos que los contienen como si fueran productos normales. Estos duendes marinos se usan en la medicina local como un poderoso afrodisíaco. Mientras, aquí, hostigamos a la homeopatía. Tal vez, si la homeopatía se vendiera como afrodisíaco la dejarían en paz (ahora los chinos son tendencia) y los violadores no tendrían que consumir viagra, para no quedar mal ante la ‘manada’. Y romper bien, hasta las entrañas, la maldita vida. La otra vida. La de otr@.
 
Así son los torturadores, en la calle y en los bajos de las cárceles y en los lugares inesperados. Y alguien susurra hace mucho tiempo, siempre presente, siempre tod@s: "Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada y en una hermosa plaza liberada me detendré a llorar por l@s ausentes". 
 
Y esto vi escrito en lo profundo de la piedra. En el fondo del océano del mundo. Cuando casi sin aire llegué: "El pensamiento que no es pensado es posesión. No saber distinguirlo es ser Mercado, estar marcado, ganado, que es perdido para ti, pero ganado para el mercado. Aprender a distinguirlo es evolución. No es la tecnología la evolución, esta será evolución o involución dependiendo de si somos libres al pensar o si somos ganado pensado. Y sobre todo y por encima de todo si no perdemos como norte las relaciones humanas. Esas relaciones donde poder contrastar con el corazón y las tripas y lo que no se ve, si nuestros pensamientos son nuestros o nos los están pensando en la ingenua soledad de cada uno. O en la trastienda político cultural. Dentro del ganado. Economía de Mercado le llaman, podía ser economía de marcados. O peor acaudillados!".
 
Pregunta de polígrafo: Señor juez, dígame, ¿se ha excitado usted escuchando las declaraciones de la víctima, los acusados y los testigos de este caso de violación? ¿Algo se levantó en lo profundo y oscuro tras la mesa y la toga?  Si es así, ¿no piensa que debería haberse levantado y abstenido de juzgar? Y si aun así juzgó, ¿cuál sería el delito, el suyo? Le recuerdo que está conectado a un detector de mentiras. Puede usted no contestar.
 
¿Alguna vez niño te confesaste una paja? ¿Recuerdas las preguntas, los detalles que pedía,  los suspiros? A las pocas veces me fui por delante, me arrodillé como pedían y le miré fijamente a la cara. Me dio un bofetón tremendo. Me levanté libre. Y supe que tod@s los que habitaban  aquel templo, sabían. Mis padres nunca me llevaron allí. Iba a por las entradas al cine del cura. La segunda bofetada de un cura fue en el cine. Ponían La pasión de Cristo y todos los niños más veteranos que yo lloraban o hacían que lloraban. El cura me vio tan pancho a mí y a pancho y me invitó a llorar. Como no me salía, pues me largó otra tremenda bofetada. Más libre. 
 
Pero la más grande fue en la OJE, aquella cosa de Franco tan ‘divertida’. Y aún me pregunto si vale la pena contarla. Ya todo está sanado. Y no fue una bofetada y no me hizo más libre, hasta que muchos años después me encaré de pie a la situación. Aquel niño y su respuesta en aquel momento a lo que era élite y poder conejero, y su resiliencia consciente, ha sido mi secreto héroe toda la vida, mi guía, mi niño, mi estrella. ¿Cómo no serle fiel? ¿Cómo no permitirle crecer?
 
Ahora, a día de hoy, se inventan materiales que superpuestos sobre otros los hacen invisibles. Para mí es el mayor invento de todos, el más revolucionario. Porque nos ayudará a entender que lo que vemos y lo que no vemos, poco tiene que ver con lo que vemos y lo que no vemos. Esos trajes largos y negros fueron la primera prueba tecnológica. Unos reflejaban un dios invisible, otros una diosa ciega. Chiquita pareja. Siempre, siempre jugaron para el que tapaban.  Y cuando los cuestionas, te responden, ¿entonces qué quieres, la justicia del pueblo? Extraña respuesta. Pero lógica si no existe pueblo.
 
Cuando hablo de los trajes negros, aclaro, solo me refiero a los que tienen ‘órganos’ de poder y lo usan. Y también a los púrpuras y hasta el blanco palomo. Y hasta el Rosa por más defectos que me saque. Y por más grande que sean sus raíces y potentes sus voceros y hasta los que limpiamente le aprecian. Porque tengo la tranquilidad de que tengo más defectos de los que se puedan imaginar. Pero son mis defectos, no se han vendido. Y porque en el fondo nos respetamos, aunque nos saquemos de quicio.        
 
La otra noche, unos chiquillos ya bien tarde me despertaron para entregar una pardela. Eso en tan poco tiempo. Apenas unos cuarenta años de una simple vida. Y por otro lado los guinchos casi desaparecen y vuelve el llanto. Desconozco si la defensa de un solo Rosa traerá esas emociones. Ciertamente lo desconozco. Y más desconozco si lo es por dinero; nunca conocí un niño que jugara o peleara por él. ¿Sabes?, hay policías traficantes que despliegan todo su potencial para coger y acusar y encerrar a los simples vendedores de cuatro canutos. Y sí, está mal vender cuatro canutos, pero no te voy a decir lo que significa un policía así.
 
No voy a ser yo quien te recuerde que lo de individuo íntegro se te cae cuando nos cruzamos. No sé por qué. Yo, si te digo la verdad, me alegro, somos el pueblo. Aunque no exista, pero al menos somos la probabilidad. No sé si sabrás que este mundo solo son probabilidades. Bueno, eso dice la ciencia y con eso fabrican artilugios fantásticos.
 
¡Ah! Y no soy su escudero, es más simple. Lo amo. También desconozco si sabes lo que es amar a otro hombre sin ser gay. Intuyo que si lo supieras lo hubieras dicho así. Nos conoces como bien, dices, desde el principio; igual te pensabas que te pasarías si dijeras Berto, el amor de Ginés. Pues sí, lo amo, tierna e incondicionalmente. Y una de las cosas que más me gusta de él es que no necesita escudero, ni para defenderlo ni para atenderlo: está rematada y sanamente loco. Pero si algún día lo necesitara, le daría la vida  y todo eso que llaman reputación (que ya ves que suena a reputa). ¿Alguien de tus ‘aliados’ (no hablo de amigos) te quiere así? Ojalá. Siempre me caíste bien y me gusta como escribes. Y desprecio lo que escondes por como lo vas usando, no porque lo sepas y lo cuentes. Ese es tu honorable trabajo. Pero, todo junto, soy contento cuando te veo. E insisto, no sé por qué te escabulles. Estoy seguro que no es porque te consideres mejor que yo, aunque lo fueras. Sé que no es por eso. 
 
¿Sabes, paisano? Uno ya no tiene ni ganas ni sentido de pelear, pero a veces me puede y entonces me pregunto ¿quién soy? Y ¿qué me puede? Me voy acercando a veces mucho, pero el océano ya brama. Así que al menos a día de hoy tengo consciencia que algo me puede y que el océano brama. A partir de ahí, como siempre, uno se abre a la experiencia, que es la tuya, la mía y la de tod@s. El mundo es extraño. Y no puedo afrontarlo separados aunque juntos discutamos. Es una gloriosa fortuna que sólo discutamos, y que cuando no quede otra, tengamos más fortuna y nos toque una toga negra que simplemente sea un juez o jueza normal. En definitiva, que no tenga un ‘órgano’ de poder. Pero los aconteceres de siempre y últimos indican que eso es casi una utopía. Y el océano brama. Sin caballitos de mar.

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