EFEMÉRIDE

El día que cesó el último volcán que explotó en Lanzarote

La erupción comenzó en el volcán de Tao, le siguió el volcán Nuevo del Fuego o Chinero y el último fue Tinguatón. La actividad cesó hacia el 25 de octubre de 1824.
El día que cesó el último volcán que explotó en Lanzarote

La actividad volcánica cesó en Lanzarote hacia el 25 de octubre de 1824. En el siglo XIX se produjeron las últimas erupciones, de las que, como en las de 1730, también existen documentos escritos de testigos presenciales. Entre ellos destaca el del cura de San Bartolomé, Baltasar Perdomo, en el que explica la actividad de los tres volcanes que surgieron. Los procesos eruptivos comenzaron el 31 de julio de 1824, en el volcán de Tao. Le siguió el volcán Nuevo del Fuego, también llamado Chinero, el único representante de esta fase eruptiva situado dentro de lo que hoy es el Parque Nacional de Timanfaya, con una erupción al parecer muy violenta. Por último, el volcán de Tinguatón hizo erupción un anochecer. 
“Grande columna de fuego tan recta y elevada que tenia iluminada toda la ysla”
 
En la madrugada de un 29 de julio 1824 se produjo un terremoto en la isla. Duró poco y no generó demasiada alarma entre la población, puesto que llevaba más de diez años viviendo así, de seísmo en seísmo. Sin embargo, este temblor anunciaba la última erupción acaecida en Lanzarote y que comenzaría dos días más tarde dentro de los límites del cortijo del clérigo Duarte, en Tao. Entre julio y octubre tuvo lugar la triple erupción que no revistió gran importancia. Las erupciones del siglo XIX y las anteriores, las acontecidas entre 1730 y 1736, dieron pie a la declaración de uno de los cuatro parques nacionales existentes en Canarias, Timanfaya.
 
En octubre, un día 16, comienza la erupción en Tinguatón. En los diarios remitidos a la Gaceta por el Regente de la Audiencia de Canarias, referidos al inicio de la erupción, se dice: “...después del anochecer como a las 6 1⁄4 hizo un gran estrépito, y se presentó al mismo tiempo una nueba erupcion con una grande columna de fuego tan recta y elevada que tenia iluminada toda la ysla, superando las grandes montañas que podian hacerle sombra; y con unos bramidos tan terribles que á pesar de estar acostumbrados á oir los dos volcanes anteriores, atemorizaba a todos los naturales” (ROMERO, C.: Crónicas Documentales sobre las erupciones de Lanzarote. Fundación César Manrique. Madrid, 1997).
Después de aquellos sucesos, los volcanes han entrado en un período de calma
 
El rasgo más significativo de la erupción del volcán de Tinguatón es la emisión de aguas salobres y calientes durante las fases finales. La emisión de agua ha dejado como testigo las chimeneas volcánicas, alineadas a lo largo de la fisura eruptiva, totalmente limpias y constituyendo simas de disposición vertical de entre 6 y 95 metros de profundidad. Las simas son muy espectaculares y el cráter y su entorno son de gran belleza. Tinguatón forma parte del Parque Natural de los Volcanes.
 
En enero de 1825, la Gaceta de Madrid, o antiguo Boletín Oficial del Estado, informa de las erupciones producidas en Lanzarote desde el mes de octubre de 1824. En el texto se incluyen los comentarios del alcalde mayor de la isla sobre el avance de la lava y la actitud de la población (núm. 12, de 27/01/1825). Después de aquellos sucesos, los volcanes de Lanzarote han entrado en un período de calma, dejando su huella  el paisaje e impidiendo la habitabilidad de toda esta zona.

El Chinero, restauración de una cantera

El Volcán Nuevo de El Fuego es el único cráter situado en el interior del Parque Nacional de Timanfaya perteneciente al último episodio eruptivo acaecido en 1824. Se conoce también como El Chinero, puesto que de su interior se extrajo el material volcánico ("chinas") con el que se construyó la Ruta de los Volcanes, antes de que esta zona fuera declarada Parque Nacional en 1974.
 
La actividad extractiva afectó gravemente la estructura geomorfológica, pues presentaba grandes terrazas como consecuencia directa del movimiento de tierras realizado con maquinaria pesada. El daño no era apreciable para los visitantes, ya que se encontraba localizado en la ladera orientada al N-NW, pero con el tiempo se vio la necesidad de restaurar esta zona dañada.
 
La restauración tenía como fín la recuperación ambiental del único representante de la erupción de 1824 existente en el interior del Parque. Los trabajos consistieron en restaurar el talud natural del cono volcánico, mediante la eliminación de las terrazas existentes. El gran reto técnico de esta restauración paisajística era la imposibilidad de atenuar los daños mediante el establecimiento de pantallas vegetales. Por ello, la restauración del substrato natural debía ser exquisito, y, además, se carecía de experiencias de este tipo realizadas en zonas desnudas.

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