Lanzarote cuenta con una superficie de 84.600 hectáreas, pero su jardín agrícola supone tan solo unas 3.500 hectáreas. Eso significa que únicamente el 4,2% de la superficie de la isla está cultivada. Y, de ella, más de la mitad son viñedos. ¿Eso es poco,

Sólo el 4,2% de la superficie de la isla está cultivada. En los años sesenta del siglo pasado la superficie cultivada era casi cuatro veces mayor y la población cuatro veces menor.

Lanzarote cuenta con una superficie de 84.600 hectáreas, pero su jardín agrícola supone tan solo unas 3.500 hectáreas. Eso significa que únicamente el 4,2% de la superficie de la isla está cultivada. Y, de ella, más de la mitad son viñedos. ¿Eso es poco, es mucho? En los años sesenta del siglo pasado, cuando la isla se abre al mundo y el paisaje agrícola causa asombro por su originalidad y belleza, la superficie cultivada era casi cuatro veces mayor y la población cuatro veces menor. El 4,2% es muy poco.
 
El gran atractivo de Lanzarote es su paisaje. Éste se debe a la acción de los volcanes, de una parte, y a la intervención de los agricultores, de otra, y que ha sido tradicionalmente respetuosa con el entorno. Pero el territorio agrícola va a menos. Su mano de obra se encuentra envejecida, el sector genera rentas muy bajas, el trabajo es duro y los jóvenes no encuentran motivos para dedicarse a la agricultura. Por eso, la regresión agrícola ha puesto a la isla en un brete.  
 
“El dilema es que el turismo exige un agro auténtico e impecable, pero no paga por los cuidados que requiere el edén lanzaroteño”
 
La agricultura tradicional es clave por su contribución al mantenimiento del equilibrio paisajístico actual, y ello es importante en términos tanto de calidad de vida como del impacto positivo que ocasiona en la actividad turística. Pero el dilema es que el turismo exige un agro auténtico e impecable, pero no paga por los cuidados que requiere el edén lanzaroteño.
 
Enarenados abandonados, aulagas proliferando… La tendencia regresiva del campo isleño debe invertirse desde la convicción de que, en cuanto sector productivo, es posible e imprescindible mantener la agricultura, a pesar de su declive. Aunque sólo fuera porque muchos aspectos culturales, paisajísticos y ecológicos actuales sólo pueden ser explicados desde la preeminencia que la agricultura tuvo en el pasado reciente. Pero, también, porque el escenario de cambio global, crisis climática y crisis energética aconsejan disponer de un sector primario capaz de abastecer, en la mayor medida posible, el mercado interno, reduciendo cuanto más mejor la dependencia casi total del exterior que se da en la actualidad.
 
“Con el apoyo adecuado, pero sin injerencias, el sector agrario tiene reservado un papel estratégico hacia el futuro inmediato”
 
¿Soluciones? Dos medidas son imprescindibles. Es preciso aumentar y extender las ayudas y el apoyo que recibe La Geria hacia los restantes paisajes agrarios singulares existentes en la isla, sin olvidar que no hay opción de futuro sin la reutilización de las aguas residuales para fines productivos agrícolas; es decir, hay que acercar el agua a las fincas.
 
Con el apoyo adecuado, pero sin injerencias, el sector agrario tiene reservado un papel estratégico hacia el futuro inmediato. De una parte, desde la perspectiva de la agricultura tradicional por su influencia sobre el paisaje y sus vínculos con la industria turística. Y, de otra, desde una óptica de producción alimentaria en sentido estricto. Esta función sería la de aumentar y diversificar la producción agrícola local, así como su productividad, por parte de un sector primario moderno, con el fin de nutrir lo más posible a la población local y turística reduciendo, a la vez, la extraordinaria dependencia alimentaria del exterior.