El parque Islas Canarias sigue sin levantar cabeza 20 años después
El aparcamiento funciona a la perfección, pero no sucede lo mismo con el parque situado en el techo, que presenta un estado de deterioro lamentable
En Arrecife pasan algunas cosas incomprensibles ante la indiferencia general. El deterioro del parque Islas Canarias es una de ellas. A finales de 2001 se prohibió su acceso y, de inmediato, se demolió el parque original diseñado por César Manrique y se excavó la parcela para construir un aparcamiento subterráneo. Las obras concluyeron a mediados de 2004 y comenzó a operar el aparcamiento, explotado por la empresa Aparcamiento Parque Islas Canarias, SL, que dispone de una concesión por un período de 30 años, ya que los terrenos son de dominio público.
Casi 20 años después, el aparcamiento funciona a la perfección, pero no sucede lo mismo con el parque situado en el techo, que presenta un estado de deterioro lamentable. En 2020 se anunciaron las obras de reforma y rehabilitación del parque, ya que la empresa concesionaria está obligada a su adecentamiento y a mantenimiento, tal y como recoge el título de la concesión de Costas del año 2000. Fue un parche.
EL AYUNTAMIENTO TIENE EL 11%
El erial al que ha quedado reducido este espacio público dista mucho del parque original, que contaba con un escenario que, durante tres décadas, acogió los grandes acontecimientos en la ciudad, como los concursos de murgas, las elecciones de reina de las fiestas, los festivales populares por San Ginés o conciertos musicales de todo tipo. Aquel primer parque fue sustituido por una plaza que se encuentra muy deteriorada por culpa de la sociedad del aparcamiento y entre cuyos administradores, paradójicamente, se encuentra el propio Ayuntamiento, aunque con una participación minoritaria del 11 por ciento.
Arrecife estrenó un nuevo y rutilante parque municipal en julio de 1970, veinte años después del primero, que pasó a ser conocido como parque viejo. Ambos tenían en común su ubicación privilegiada en la marina de la ciudad y la mano artística de César Manrique. El parque Islas Canarias, o parque nuevo, se construyó en una pieza de suelo ganada al mar y situada entre el Club Náutico y el Arrecife Gran Hotel. Los flamantes 12.000 metros cuadrados fueron muy bien acogidos por la población, que pronto los convirtió en lugar de encuentro y de paseo.
‘LA CHATARRA’, EN EL CENTRO
El semanario ‘Antena’ reflejó las intenciones del Ayuntamiento de Arrecife al crear esta nueva zona verde: “La concepción de su estructura y ornamentación es obra de César Manrique, quien ha puesto en su trabajo todos sus vastos conocimientos de artista creador para lograr un conjunto urbanístico recreativo, que se aparte totalmente de la línea fácil y rutinaria que es denominador común en la mayoría de estos parques públicos, no sólo en Canarias sino en ciudades de la Península y extranjero”. En efecto, era un parque distinto.
En la parte del naciente, lindando con el Náutico, se erigió un escenario –que sería ampliado más tarde– para la celebración de “festivales folklóricos, elección de misses y otros espectáculos artísticos de distinto género”. Para acomodar a los espectadores, delante del escenario se dejó libre un amplio espacio con cabida para sillas y gradas. Esta misma idea fue replicada en la plaza actual tras la demolición del parque nuevo, aunque con peor fortuna. En el centro del parque, en la frontera entre el espacio de los espectáculos y la masa verde de árboles, se instaló una escultura obra de Manrique. El artista rindió homenaje al marino con una pieza titulada ‘Barlovento’ –‘la Chatarra’ en el lenguaje popular de la época–, que hoy se alza en la rotonda situada entre el Gran Hotel y el restaurante Asturias.
UNA PÉRDIDA PARA ARRECIFE
Como hacía habitualmente, César Manrique se inspiró en la cultura urbanística local y, además de plantar árboles de gran porte, dispuso jardines escalonados en diferentes alturas, “cuyos parterres llevan arenas naturales de distintos colores: blanca, negra o roja” que adornó con grandes piedras semienterradas verticalmente. En distintas zonas colocó bancos de mampostería, algunos de ellos adosados a parterres en la misma acera de la Avenida. En el poniente, lindando con los desaparecidos jardines y pistas de tenis del hotel, remató el conjunto con una espaciosa rotonda bajo la rasante –‘el Hoyo’ en el argot popular–, en donde se fumaron incontables piedras de hachís.
Es cierto que el parque originario presentó problemas con el paso del tiempo, pero también es verdad que la ciudad perdió un lugar de encuentro, rincones de intimidad para jóvenes enamorados, árboles de gran porte, espacios de sombra, frescor y el recinto de las grandes celebraciones. Una obra pública que llevaba la firma de César Manrique.