Historia

La Casa Herrera y Rojas de La Villa conserva intacta su vocación museística

Casa Herrera y Rojas, en La Villa de Teguise

Tras ser donada por Luis Ramírez, el Cabildo acordó destinarla a museo en un pleno celebrado en 1963 y la inscribió en el Registro de la Propiedad en 1964

La Casa Marqués de Herrera y Rojas no es un palacio, aunque con frecuencia se la llame casa palacio. Hoy día alberga en su interior funciones más mundanas, como son dependencias municipales del Ayuntamiento de Teguise, unas tareas administrativas que está muy lejos del contenido cultural del Museo de Historia y Antigüedades soñado por Luis Ramírez González (El Islote, 1884-Barcelona, 1950) en el primer tercio del siglo XX. No ha habido otro hombre tan generoso con su comunidad como él. Ni de lejos.

MUSEO DEL CABILDO

Maruchi Rodríguez y Paco Hernández sostienen que el inmueble podría estar hoy en manos de la jerarquía católica, según se recoge en un documento firmado por el propio Luis Ramírez. En él se dice que, si pasados treinta años no estuviese en activo el museo, la propiedad pasaría a la parroquia de La Villa. Sin embargo, tras ser donado por Ramírez, el Cabildo acordó que el inmueble fuera destinado a museo en sesión plenaria celebrada en 1963 y lo inscribió en el Registro de la Propiedad en 1964.

Maruchi y Paco, del Archivo Histórico de Teguise, refieren que la casa fue construida en 1929 por Luis Ramírez sobre una antigua casa del siglo XVIII con el propósito de crear un museo bajo la denominación de Marqués de Herrera y Rojas. Por eso, se trasladó la puerta de tea y la portada de cantería desde el lugar donde, al parecer, se encontraría el verdadero palacio del marqués para ser colocada en la fachada principal de esta casa.

El inmueble se distribuye en dos plantas y la superior cuenta con una galería que da al patio central cubierto. El edificio permaneció abandonado durante décadas, hasta que el Ayuntamiento se hizo cargo de su restauración en 1988. El escudo situado sobre la puerta de la fachada es obra del escultor Pancho Lasso.

LUIS RAMÍREZ Y LOS ÁRBOLES

Del mecenas y bienhechor lanzaroteño Luis Ramírez son conocidas sus donaciones con fines culturales o educativos. La vistosa casa modernista donde veraneaba en la Caleta de Famara la entregó a la iglesia; la mentada Casa Herrera y Rojas la regaló al Cabildo con fines museísticos; el edificio de la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz de Arrecife tenía en su origen un propósito educativo para niños y niñas sin recursos; sus libros fueron a parar a la Biblioteca Municipal de Arrecife; y la fuente de la plaza de Los Leones, en La Villa, la donó al pueblo de Teguise.

Menos conocido es la pasión que Luis Ramírez profesaba a los árboles. Desde muy joven, se comprometió con la arborización de Lanzarote y el desarrollo agrícola, constata Maruchi Rodríguez al dibujar su perfil. En 1916, ofrece un discurso a favor de los árboles en la Fiesta del Árbol de San Bartolomé y, con motivo de la celebración, se plantaron un buen número de ejemplares en la plaza principal del pueblo, delante del Ayuntamiento y de la iglesia parroquial. Acacias, eucaliptos y algarrobos aspiraron a otorgar sombra y frescor al espacio, pero, más de un siglo después, sólo sobrevive el eucalipto situado en la fachada sur de la iglesia.

HIJO ADOPTIVO DE TEGUISE

Nacido en el seno de una familia pudiente, fue una persona ilustrada y comprometida con su tiempo, muy activa en el espacio público y deseoso de contribuir a la mejora de su comunidad. Su infancia transcurrió en la vivienda donde hoy se alza Bodegas La Florida. Fue consejero del Cabildo y alcalde de San Bartolomé en la antesala de la proclamación de la II República y falleció en Barcelona a los 66 años de edad, cuando peregrinaba a Roma.

En 1946 fue declarado Hijo Adoptivo de Teguise y en La Villa tuvo una calle a su nombre, la calle Correos, desde 1930 hasta el golpe militar del general Franco. Sus restos yacen el cementerio católico de La Villa, cerrado para estos menesteres desde hace décadas, donde comparte con sus familiares el llamativo panteón de estructura piramidal y de clara referencia masónica. Transcurrido alrededor de un siglo de aquellas plantaciones, para muchos, el árbol sigue siendo un extraño en Lanzarote