Verdad y CACT

Los mensajes que estaban y están llegando son aterradores: no conviene decir la verdad, porque la verdad es perjudicial para “los intereses” de la isla. Por supuesto, quien exige transfigurar la realidad es quien define “los intereses”, quien concreta lo que conviene o no. Pero hay que decir lo que es evidente, o lo que social y culturalmente entendemos por verdad, porque la verdad no empeora las cosas; al contrario. La verdad es el único camino que conduce a aclarar los enredos para poder resolver los problemas y avanzar colectivamente. Sin embargo, se nos estaba proponiendo que ocultemos la verdad e incluso que la falseemos, que expresemos lo contrario a lo que sabemos.

Lo que empeora la situación de la isla es negar u ocultar la realidad. Por eso Lanzarote no progresa. Preside la acción política y pública de los proponentes de esta forma de proceder el rodeo, la media verdad, las palabras huecas, la hipocresía y el cinismo, el rumor y el chisme, el maquillaje de los hechos, el engaño, el embuste, la falsedad, mirar hacia otro lado y el disimulo, el artificio, el lío y la siembra interesada de la confusión, la manipulación, el chisme y la trola, la bola y el embrollo, la fábula, el infundio, la calumnia, el cuento e ironizar sobre la realidad o la verdad. Este estilo de estar en el espacio público, propio de inseguros mediocres, es desmovilizador y aniquila las voluntades.
 
Con los huelguistas románticos, los trabajadores con conciencia de clase y los sindicalistas de raza ha regresado el aroma de la verdad
 
Se nos propone un debate sobre lo que es falso, sobre lo que no se dice y se oculta, sobre lo que se enmascara, sobre lo que se hace en la sombra ajeno a miradas indiscretas. Sí, hay muchos debates en curso, pero ninguno tan intenso como el que trata sobre lo que es verdadero o no. Es decir, sobre lo que contiene o no la verdad. Nos habíamos acostumbrado al enmascaramiento de la verdad, pero de último se estaba imponiendo el falseamiento o la ocultación de la verdad.
 
Hasta que llegaron ellos, los trabajadores de los Centros Turísticos. No se detuvieron en chorradas ni en fatuas escenografías: le dieron una patada a la mesa de juego, las fichas saltaron por los aires, el tablero se fue al rejinojo y ahora no sabemos muy bien a qué se está jugando, pero se respira el aroma de la verdad. Con ellos, con los huelguistas románticos, los trabajadores con conciencia de clase y los sindicalistas de raza ha regresado el aroma de la verdad y la poderosa fuerza de la razón. Por eso tiemblan los oficiantes de la fabulación y todo su cortejo, y se aferran a la mentira sin reservas, conscientes de que lo que se dirime es quién logrará imponer su relato y -de perder- qué será de sus miserables vidas.

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