Top Secret, 29 de abril de 2020

Vértigo

Vértigo

¿Alguno de ustedes ha sentido cierta sensación de vértigo al escuchar decir al presidente Pedro Sánchez que el fin del confinamiento está cerca? Tenemos ante nosotros un mundo desconocido. Cuando se decretó el Estado de Alarma, los que no sucumbieron a la angustia que supuso perder el trabajo o parte de él, entraron en un confinamiento novelero. Nunca tuvieron tanta actividad en la agenda: gimnasia en casa, cursos online, lectura, series, películas, a las siete a aplaudir, juegos de mesa, video conferencias con los amigos o familiares y por la noche a las redes sociales a cenar bulos. Los días fueron pasando y todo lo novedoso acabó convirtiéndose en rutina. De ahí, a convertir en caparazón todo nuestro pequeño mundo de confinamiento. Y ahora se nos dice que hay que empezar a salir del cascarón. Pero resulta que lo que hay ahí afuera no es exactamente lo que dejamos al abandonar nuestra antigua normalidad. Y nos da cierta fatiga asomarnos a ella. ¿Cómo será el nuevo mundo en el que tendremos que movernos a partir de ahora?

Hábitos

De entrada, parece que lo que llaman distancia social protagonizará las primeras semanas. O quizá nuestra vida futura. Será, ya está siendo, uno de los grandes cambios, sobre todo, para nuestra cultura: somos seres acostumbrados a los barullos, las aglomeraciones, el desorden y no hemos sido educados para las filas ordenadas, el silencio, la distancia…Cuesta todavía no extender el brazo o hacer ademán del beso cuando nos paramos a hablar con un conocido. Y uno no se halla al tenerlo a metro y medio de separación. Puede parecer una ventaja que los locales ofrezcan sólo un tercio o la mitad de su aforo. Más anchos. Porque la llamada distancia social ya nos incomoda menos en restaurantes, cines, conciertos, teatros y demás. Sin embargo, todo ello puede que lleve aparejadas otras cosas que ya nos gusten menos. Los cines, por ejemplo. Si sólo pueden poner a disposición del público un tercio de su aforo, quiere decirse que, a lo sumo, recaudarán un tercio de lo que podrían. Y los teatros y los conciertos…

Tierra

Escuchaba este martes en un programa de televisión una comparación que viene al caso: en muchas de nuestras infancias hemos visto en el cine de ciencia ficción, películas en las que extraterrestres viajaban a la Tierra en su platillo volante. Y nada más descender de él empezaban a descubrir una nueva civilización, con sus distintas costumbres. Alguna de ellas muy llamativa y que hasta provocaban cierto recelo o susto al alienígena. Bueno, pues igual sólo que ahora el papel de extraterrestres lo interpretaremos cada uno de nosotros. Cuando se nos abra la puerta de casa para regresar a las calles -y a los bares- tendremos que dejar atrás muchas de las costumbres que nos han acompañado. Y asumir otras que nos parecen muy difíciles de adoptar. Pero igual que a los dos días de confinamiento ya parecía que toda nuestra vida discurría entre las cuatro paredes, en dos días más nos adaptaremos a las mascarillas, el metro y medio, las mamparas y lo que venga. Lo más difícil será la ausencia de abrazos. De momento.

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