Un futuro sin CC

El presente ya lo conocemos, por ello debemos aspirar a un futuro sin Coalición Canaria (CC), ese partido que el pueblo, sin motivos para el humor, denomina como coalición canalla. No creo posible que los simpatizantes, los afiliados y los postulantes a algún cargo público no conozcan cómo se maneja la trastienda del partido. Aunque, claro, no son estos partidos buenos o malos por definición. Sí lo son sus representantes, esos son los que llenan de porquería todo lo que tocan.
 
No es que haya algo siniestro ni poco transparente. No es que tengan una idea de isla, de comunidad o del territorio que sea discrepante de la nuestra y que, al mismo tiempo, sea honesta. No parece que consideren nuestro bienestar y apuesten por crear las condiciones para ello. Son los de la Ley del Suelo, esto es, del expolio de nuestros limitadísimos recursos naturales. Son los de la Ley de Patrimonio Cultural, esa que, si nadie acaba con sus gobiernos, liquidará los valores culturales más sobresalientes de los últimos 500 años de historia del Archipiélago.
 
Son los de la Ley de Islas Verdes, perpetrada a medida para liberalizar suelo para la construcción sin control
Son los de la Ley de Islas Verdes, perpetrada a medida para liberalizar suelo para la construcción sin control alguno. El instrumento para que en las tres islas occidentales se asienten alojamientos turísticos en cualquier suelo. Ley modificada hasta ocho veces porque nunca les parecía lo suficientemente golfa, tanto que hasta el PP votó a favor. La han redactado tan bien que han garantizado por ley que ninguna norma pueda ser aplicada para revertir los desmanes.
 
Son también los de Tindaya, un proyecto del que opino que no se debería hacer porque es materialmente irrealizable sin colapsar la montaña, y, de realizarse, habría que acometer tal obra de ingeniería, hierro y hormigón como para hacer varios hospitales y centros educativos. Sin mover una sola piedra, ha costado más de veinticinco millones de euros, recursos económicos necesarios para sanidad, educación o cultura. Dinero que se ha ido a parar a los bolsillos de los socios del Gobierno de Canarias.
 
Esto que nos asola y nos anula como pueblo, que nos avergüenza, debe ser combatido
Esto es CC: los trileros andan todos censados en el mismo domicilio. Son los de “lo nuestro”, aunque el sentido de colectividad es una frase conveniente porque sólo la recitan en CC para acabar de expoliar aquello con lo que las razzias no pudieron. Piratas, corsarios, bucaneros o filibusteros que, o recalaban aquí o eran hijos de esta tierra. Amaro Pargo, Cabeza de Perro o  Alí Arráez tienen su lugar en la historia, como supongo que tendrán en el futuro los modernos piratas de nuestro decadente  panorama público, sólo que estos roban a los suyos.
 
Para los que estamos al otro lado, porque efectivamente existe una línea divisoria entre ellos y nosotros, lo nuestro es contemplar  cómo llenan sus arcas, cómo adjudican las tramposas obras públicas. Cómo reparten dividendos con el capital de nuestra supervivencia que es nuestro territorio. Llegaron tímidamente. Hoy, crecidos ante una vergonzante complicidad de todos los poderes públicos, de la oposición... han tejido tal enmarañada red clientelar que los chiringuitos que se encuentran ante la justicia es juego de aficionados.
 
Esto que nos asola y nos anula como pueblo, que nos avergüenza, debe ser combatido, primero con las urnas, pero también queda la denuncia pública de sus modos. Quedan los juzgados y  por qué no, el señalamiento público. Nuestra supervivencia, cuestionada por sus leyes, debe ser garantizada con un nuevo gobierno que garantice que hay otra forma de estar en política que es “representándonos”, frente a la fórmula preferida de CC que es “representándose”. Y el pueblo, siempre vigilante. No hay otra.

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