Un chico confundido

Vengo asistiendo estos días, un tanto asombrado, al desparpajo con el que el Senador por Lanzarote, Joel Delgado Cáceres, trata de convencernos a la opinión pública de que en el caso de la factura del show cómico 'Made in Canarias' o es un 'pequeño error' o no es nada. Y leo, a colación, los antecedentes de este personaje de la política que recuerda mucho a aquél otro avispadillo, con más arrojo que inteligencia, que empezó vendiendo apartamentos y acabó organizando una red criminal con nombre de partido político.

El joven Delgado Cáceres es un chico confundido. Hay indicios suficientes para que nosotros, los ciudadanos, creamos que desde el principio ha visto la política como una oportunidad de vivir mejor. Y eso se nota no en las grandes operaciones delictivas, sino en los pequeños gestos de esos que podríamos llamar de 'rebañar el plato'.
 
Leo que trató de enchufar un familiar directo, cuestión que se trató en la antesala de los tribunales y en la que nada se encontró de ilícito penal, lo cual no quiere decir que no sea un feo gesto en la arena política. Descubro que utilizaba el teléfono móvil que le pagaba el ayuntamiento de Arrecife para conseguir clientes para su empresa privada. Cuestión que nunca se planteó por la vía de la Justicia, pero sí rechina, y mucho, en la vía de las buenas prácticas políticas. Y ahora esto: un contrato con una entidad pública siendo Senador y, por tanto, teniendo vetado hacerlo. Él mismo reconoce el error que, como todo lo anterior, no pisotea el Código Penal, pero sí la ética política.
 
En el caso de un familiar directo trató de ganar un sueldillo más para casa; con el teléfono pretendió ahorrarse un par de cientos de euros al mes y con el Made in Canarias ganarse una extra de mil setecientos eurillos. Y todo utilizando la política para ello. 
 
Quiero decir, con todo esto, que si Joel Delgado hubiese cometido delitos, tendría que haber dejado las calles para pisar la cárcel. Pero no es el caso. Lo que ha hecho es pisotear las buenas prácticas políticas, lo que debería llevar aparejado la renuncia de su cargo. Dejar la política. No sea que se siga confundiendo y la cosa vaya a mayores.

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