Top Secret, 19 de octubre de 2020

Tontos

Tontos

Se puede leer en las redes sociales, que es donde la gente escribe hoy día, que tenemos en el Gobierno a los de Podemos por culpa de los tontos que les votaron. Y que, si la ultraderecha tiene diputados en el Congreso, es consecuencia del voto de la ignorancia. Naturalmente también hay legiones de memos votándole al PP, al PSOE, a Ciudadanos, a Coalición Canaria en estos lares y a todos los demás fuera de nuestra frontera autonómica. Se trata, en todo caso, de uno de los calificativos más suaves que se pueden leer. Huelga aclarar que, quien define así al votante de un partido es, justamente, el que apoya a su contrario ideológico. Cuando cualquiera de nosotros deja una reflexión en las redes sociales suele recibir multitud de apoyos en forma de eso que solemos llamar me gusta que, a la postre, deja una sensación más que satisfactoria en el escribano. Esos apoyos recibidos más la continua presencia de noticias, fotografías, vídeos y otros mensajes en el muro de la red social, genera la sensación de que estás en el camino correcto. De que la inmensa mayoría de los que la usan opinan lo mismo que tú. Y no es así.

A medida

Nada más lejos de la realidad. Todos los que, de un modo u otro, usamos las redes sociales, no somos más que un producto fácilmente manipulable por parte del algoritmo que rige los invisibles circuitos de esas comunidades. Ejerce de hilos de marioneta. Toda nuestra actividad, nuestros amigos, las fotos que subimos…todo sirve para que el Gran Hermano tenga la información precisa para ofrecerte, a la carta, todo aquello que te gusta y, por tanto, te oculta lo que te incomoda. Así se va polarizando en las redes y eso acaba reflejándose en las calles. Nunca fue más cierta la frase que reza que si no pagas por el producto, el producto eres tú. Las redes sociales son, en teoría, gratis. Ocurre, sin embargo, que el precio que acabas pagando es el mayor que jamás podrías haberte imaginado: tú mismo. Tu forma de pensar, tus contactos, tus aficiones, tus gustos, las filias y fobias… caes en la red.

Adivino

En 2012, un teórico adivino montó una carpa en una plaza de Bruselas para mostrar sus extraordinarios poderes. Sus ayudantes invitaron a algunos viandantes a que tomaran asiento frente al vidente, y uno por uno se fueron quedando pasmados al escuchar a aquel extraño describirles su vida al detalle: cómo era su familia, a qué se dedicaban, sus aficiones y vidas amorosas, sus miedos y enfermedades… y también su cuenta bancaria, el dinero que tenían y en qué lo gastaban, sus contraseñas… su mundo, en definitiva. Como habrán adivinado, aquel hombre distaba mucho de tener super poderes. Al tiempo que entraba un ciudadano en la carpa, un equipo de expertos escudriñaba al detalle sus redes sociales y extraía todo tipo de información. Luego se lo soplaban al vidente a través de un pinganillo. Así quiso demostrar una banca online que su producto era cien por cien seguro. Y puede que fuera así. La vulnerabilidad, sin embargo, no está en la fortaleza de las contraseñas que utilizamos si no en nuestra propia manera de comportarnos.

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