Tenerife y sus satélites

Tenerife y sus satélites

La británica Olivia M. Stone desembarcó en el puerto de Santa Cruz de Tenerife el 5 de septiembre de 1883. Bajo el brazo traía la credencial  de ser una de las mejores escritoras de libros de viajes de su país. Llegó con la intención de estudiar a fondo el Archipiélago con el fin de incorporarlo al catálogo de viajes de la clase alta británica. En 1887 escribió “Tenerife y sus seis satélites”, un libro fundamental en la divulgación de los valores naturales y el acervo social y cultural de Canarias a finales del siglo XIX.

Le pareció un título acertado. Pero, probablemente, ni llegó a imaginarse que, 130 años después, la frase “Tenerife y sus seis satélites” continuaría siendo la mejor manera de describir la situación política, económica y social de las Islas. En el olimpo de la isla picuda, Stone es venerada por certera. Mas, con el mismo ardor, desprecian a Nicolás Copérnico, a quien acusan de formular la teoría heliocéntrica del sistema solar que ha dado pie a la rebelión de las islas bajo la inspiración de su libro “Sobre las revoluciones de las esferas celestes”. Punto inicial de la astronomía moderna y, todo sea imaginado, origen de la nueva política canaria. 
 
“Los satélites no quieren seguir orbitando alrededor del insularismo rancio y anacrónico que, todavía, se maneja a golpe de pito en las Islas”
 
El Tenerife profundo considera que, en lugar de aceptar con sumisión el orden establecido y titulado por Olivia M. Stone, la insolencia intelectual de Copérnico ha propiciado la insurrección de los supuestos satélites. Aferrados a la convicción científica de que Tenerife no es el centro del universo canario, los satélites tratan de liberarse de sus ataduras conscientes de que en realidad son estrellas, menos habitadas, pero estrellas al fin y  al cabo. Y se preguntan quién carajo ha otorgado a Tenerife el rango de sol único y verdadero, omnipresente y omnipotente, dueño de lo absoluto, de lo relativo y de la caja de caudales en Canarias.
 
Los satélites no quieren seguir orbitando alrededor del insularismo rancio y anacrónico que, todavía, se maneja a golpe de pito en las Islas, repartiendo prebendas y comprando voluntades acompañadas de palmaditas en la espalda. No quieren ser tratados como sucursales y se apresuran a quebrar las barreras del viejo régimen. Quieren razón, pensamiento, humanismo. Anhelan autonomía, emancipación. Basta de vasallaje, de acatar y callar. Puede que, a partir de ahora, los satélites de ayer afronten el mundo canario, no como instrumentos subsidiarios sino a través de las capacidades de los hombres y las mujeres. Puede que, al fin, la ilustración llegue a la política canaria.
 
Tanausú Lemes

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