Top Secret, 19 de abril de 2018

Tan cerca, tan lejos

Tan cerca, tan lejos
Circula estos días por los chats de los teléfonos móviles un vídeo grabado por el comunicador radiofónico, DJ y showman Maxi Ferrer. Se le ve en Marrakech, en la popular plaza de Yamaa el Fna. Pero no canta los indudables atractivos del lugar, sino otra cosa que les dejará helados. La distancia más corta entre dos puntos es la línea recta. Lo lógico es que si nos apetece ir a Marrakech lo hagamos aprovechando los vuelos directos que existen entre Canarias y Marruecos. Aquí mismo, al lado. De entrada desecharíamos, por ilógico y seguramente más caro tirar dos mil kilómetros para arriba, hacia Madrid, para mandarnos otros dos o tres mil hacia abajo, hasta Marrakech. Pues miren por dónde porque sí, la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, pero no es la más barata. Ni mucho menos. Ferrer muestra en el vídeo lo que le hubiera salido volar directamente entre Canarias y Marruecos y lo compara con lo que él hizo: Lanzarote-Madrid, Madrid-Marrakech. ¿El resultado? Aunque parezca, mentira el vuelo directo sale mucho más del doble de caro que subirse al Foro para luego bajarse al Moro. Inaudito. Pero cierto.
 
Raro, raro
Desde hace unos años se viene insistiendo en la idea de establecer (más) rutas entre Marruecos y Canarias. Concretamente entre Agadir y/o Tarfaya y Lanzarote y/o Fuerteventura. Pero no acaban de salir. Y para una vez que se trató de tomar en serio, va y encalla el Assalama, el barco de línea. Probablemente ustedes se hayan hecho alguna vez esa misma pregunta ¿Por qué no se explotan las posibilidades económicas entre Lanzarote y Marruecos? Quien parece poner mayor interés es Fuerteventura. El pasado mes de octubre, representantes políticos y empresarios de ambas orillas reclamaron la apertura de la línea marítima tendente a unir de nuevo los menos de 100 kilómetros de distancia que separan a los majoreros de Tarfaya. Los del otro lado de la Bocayna tienen muy claro las oportunidades existentes en diferentes sectores -como el turístico, el logístico, el de la construcción y el primario- y las posibilidades de generar empleo. O la posibilidad de redirigir el tráfico de mercancías existentes desde el sur de Marruecos hacia Europa a través de los puertos canarios y el reforzamiento de la ventaja con la que parte el Archipiélago para consolidarse como hub en el Atlántico nororiental. No solo por su situación estratégica a medio camino entre Europa, África y América, sino también por posicionarse a la cabeza en seguridad jurídica y fiscalidad.  Y si lo plantean ellos, nosotros podríamos hacer lo propio. Máxime con una Autoridad Portuaria independiente. 
 
Alta política
Y es en estos casos cuando más se nota el vuelo raso de la política conejera. Nos da para empichar tres rotondas y dar cuatro subvenciones. Si tenemos que alongarnos para ver qué hay más allá de nuestro ombligo nos da fatiga. Y si les preguntamos al equipo de asesores sobre comercio internacional surge la típica respuesta del “¿mandeloqué?”. Se entiende que entre los “nuestros” mismos haya cierto temor. Lanzarote, con su Graciosa, y Fuerteventura, hace tiempo que se sientan en la misma mesa que Gran Canaria, por mucho que los lobbys del poder canarión sigan como si no es enteraran de nada. Pero ahí estamos. Y una verdadera activación de lo que alguno llama Eje Oriental, más allá de la foto trimestral, dejaría temblando a más de un capitalino. Y si ese trabajo conjunto, además, se internacionaliza, de repente cambia el peso económico, y con él el político, en esta parte de las Canarias. Puede que por eso, como tantas otras veces, nos ponen unos lastres con los que cuesta jalar para alante. La muestra de Maxi Ferrer es más que un botón: Lanzarote-Marrakech, sin conexión marítima directa y con precios disuasorios en las rutas aéreas. Tan cerca, tan lejos.

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