Suelo y árboles en Arrecife

Suelo y árboles en Arrecife

Toca una vez más —deben andar por la tercera o cuarta— que personal municipal levanta el suelo en la vía pública, junto a los alcorques en los que se plantaron determinadas especies vegetales, por el excesivo desarrollo de sus raíces.
 
No cabe duda de que la elección de especies arbóreas atendiendo al emplazamiento elegido, debe ser una clave para el óptimo desarrollo y la consolidación de un parque urbano en la ciudad. Y no sólo puede suponer un problema el desarrollo de las raíces, sino la forma en que se desarrolla la copa del árbol elegido. Estas condiciones se deberían tener en cuenta con la vista puesta en la mínima intervención durante la vida del árbol, más allá de controlar que su crecimiento sea equilibrado o para la eliminación de partes dañadas. 
No hay isla que se haya librado de su plantación de flamboyanes
 
En el tema de la poda, lo que debe primar es la intervención de formación de la copa, por lo que un seguimiento a los mismos permitirá eliminar las ramas que sabremos que van a perjudicar el desarrollo de cada árbol, y convendría eliminar lo que no conviene cuando están en sus primeros estadios de crecimiento evitando medidas agresivas en una fase posterior.
 
Le vuelve a tocar a la calle Real la remoción del suelo junto a los árboles existentes, pues no es posible meter a camino el desarrollo de las raíces de los flamboyanes que nunca debieron ser plantados ahí. Ni en bordes de acera, en limitados alcorques y con un sustrato rocoso, ni en plataformas continuas en vías peatonales. Tienen su sitio, por supuesto, pero no es ninguno de los anteriores, por tanto, estamos ante un problema de criterio y este pasa por la falta de criterio sobre las decisiones adoptadas. Porque mira que no habiendo mucho árbol en la ciudad, proliferan los flamboyanes que llevan de moda más de dos décadas. Los plantan por todos sitios, y hasta en fincas agrícolas como es el caso de Uga. No hay isla que se haya librado de su plantación de flamboyanes. Un espanto, estos niveles de uniformización.
 
En breve, tras la calle Real, tocará levantar los pavimentos en el entorno de la plaza de Simón Bolívar para minimizar de forma temporal los daños imparables que las raíces causan. Para ello, como en la calle anterior, se someterán a un drástico corte de raíces, de eso no me cabe duda alguna.
No se puede dejar todo al albur de una empresa privada de jardinería
 
La tipuana talada hace unos meses en la confluencia de las calles Coronel Bens y Manolo Millares es la muestra de lo que aquí se pone en evidencia. Un árbol que ya formaba parte de la fisonomía urbana y estratégicamente visible desde varios puntos, es talado por el excesivo desarrollo de sus raíces que ya habían sido cortadas en varias ocasiones. El peso de la copa podría arrastrar el árbol al suelo. En este último caso fueron incapaces de plantar otra especie en su lugar porque Arrecife no está para ese tipo de pérdidas.
 
La energía, las ideas, y los recursos, inteligentemente administrados, permitirían más árboles, y de ello se derivaría una mayor calidad del espacio público y de la vida de los usuarios, así como una percepción diferente a la que hoy tenemos en nuestra retina. Tocaría plantar más, pero también sustituir aquellos cuyos requerimientos no se ajustan a los espacios en que se encuentran.
 
No se puede dejar todo al albur de una empresa privada de jardinería sin directrices del equipo de gobierno y que, además, ni una ni el otro han demostrado cuál es su horizonte. Del concejal del área se esperaría conocer qué ciudad quiere al final del mandato, y, de tener una idea más o menos precisa sobre tal asunto, debería conocer que la empresa de jardinería está al servicio de un proyecto político que llevar a cabo en lo que queda de mandato. 
La jardinería urbana es un tema del que ni entienden ni se asesoran
 
Al menos yo, desconozco que se haya anunciado una política reverdecedora para Arrecife, más allá de que el concejal se pasee una vez al año para ver como colocan flores de pascua donde se les ocurre. Donde no se le ve es amonestando a la empresa de jardinería por colgar esas cestas absurdas con matojos por las farolas del centro de la ciudad, y vergüenza les debería dar a todos. Con ellas se lleva parte del dinero de los contribuyentes. Otras ciudades ponen cestas con plantas desarrolladas, aquí, lo dicho, matojos. 
 
Mi impresión no sólo es que la jardinería urbana es un tema del que ni entienden ni se asesoran, y les debe dar igual porque deben creer que con cemento y mobiliario urbano se cambia el espacio urbano: lo verde es accesorio, pensarán.
 
La alcaldesa está tardando en darse cuenta de que parte del éxito de su gestión se leerá en el aspecto final de la ciudad, esa que de momento se sigue pareciendo a la que dirige desde hace un año. Si por un momento imaginara que el 90% del éxito de labor al frente del gobierno municipal se va a medir por el cambio que la ciudadanía perciba del espacio público, igual se fajaba con el asunto. Sólo espero que el 90% de esa gestión no se lea en clave de fracaso, porque habríamos perdido todos. Ella, la Alcaldía, nosotros, nuevamente, una oportunidad de tener una buena ciudad.

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