Top Secret, 8 de septiembre de 2020

Sitios malos

FOTO: Archivo. Distribución de un aula antes de la pandemia

Sitios malos

“La escuela no es peor sitio que un supermercado o una cafetería”. Esta frase la pronunció este lunes en Biosfera TV el histórico sindicalista del sector educativo Jesús de León (STEC-IC). Y merece ser subrayada. Porque, en efecto, no es peor sitio. Ni sitio malo. Sin que los otros establecimientos señalados sean el infierno, dicho sea de paso. Estamos hablando en un contexto de pandemia y con una media de más de 30 casos positivos diarios en Lanzarote desde hace semanas. Y a menos de diez días del comienzo del curso escolar 2020/21. Y, para mayor abundar, tras que empecemos a conocer que las disminuciones de ratio serán, en todo caso, la excepción. El propio De León lo apunta en la misma entrevista: cuando dijeron 18 alumnos por clase, en realidad querían decir 25. Que es un número que ni siquiera debería darse en condiciones de normalidad. Pero ya sabemos que la Educación no ha sido precisamente una de las prioridades en las políticas de esta región en los últimos (muchos) años.

Valor

Los equipos directivos de los centros educativos recibieron las correspondientes indicaciones por parte de la autoridad sanitaria acerca de qué permitir y qué evitar ante el inminente inicio del curso escolar. Y desde que comenzó septiembre los claustros se afanan en organizar desde el acceso a los centros, a la presencia en clase pasando por las salidas al patio o los permisos para ir al baño. Todo ello además de la preparación de contenidos. Tal como está el panorama, por añadidura, tienen ya en mente que las primeras clases tendrán que ser online. Este es el escenario que se está dando en los centros educativos. Lugares que no son peores sitios que supermercados o cafeterías. En efecto. Con ello se quiere transmitir a las familias que nuestros hijos e hijas no tienen por qué correr mayor riesgo en clase, con los maestros y maestras, que el que corren en el súper o en cualquier restaurante al que acuden en nuestra compañía.

Docentes

Es la respuesta a si llevaríamos, o no, los niños al cole. Llegado el caso. Y la respuesta ha de ser sí. Naturalmente. Sin ni siquiera detenernos en plasmar el papel de la escuela en la vida de los más pequeños, las familias han de devolver, con su confianza, el esfuerzo que están haciendo los claustros en garantizar la seguridad de cada niño y, ojo, de ellos mismos. Nadie se va a exponer gratuitamente. Una cosa es afrontar sin miedo lo que venga y otra muy distinta ser un inconsciente. Seguramente estos días de verano no hemos tenido mayor problema en dejar que nuestros hijos queden con sus amigos. Y es más que probable también que estemos deseando que empiecen los entrenamientos de fútbol, balonmano, gimnasia o baloncesto para llevarlos a entrenar. La vuelta al cole, cuando se pueda, bien diseñada por los equipos de los centros y con el aprendizaje de los menores durante todo este tiempo -mascarilla, higiene, distancias…-, no ha de suponer mayor peligro añadido. Al contrario: les ha de generar mayor conciencia de que, acaso, algunas cosas que les han dejado hacer en las últimas semanas, no eran del todo recomendables.

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