Opinión

Si el planeta no puede esperar...

Si el planeta no puede esperar...

...Arrecife, tampoco, y me congratulo con que el concejal de Parques y Jardines perciba que hace tiempo que tenía que haberse revertido la dinámica que nos conduce al desastre ambiental en el que estamos desde tiempo atrás, a la vista del artículo publicado en los medios.

Parece, no obstante, que en este ayuntamiento se podría revertir la dinámica que se percibe, en la línea de la realización de una gestión eficaz, dado que parece que nadie rinde cuentas y que las palabras, como los representantes públicos, van por un lado y los hechos por otros.

La realidad, nada compleja, se enreda en la Concejalía de Parques y Jardines, pues tres parecen las parcelas del departamento —la técnica, la política y y la empresarial— y no queda muy claro a quién le corresponde qué. Siempre creí que la voluntad política debe tener una herramienta que facilite aquellas actuaciones que desde esa instancia se desee acometer para que no colisione con la legalidad. Esa herramienta la posibilita el departamento técnico, que informaría de lo factible y de los procedimientos para el buen fin de una iniciativa surgida de la política como podría ser el reverdecimiento de la ciudad. Pero si lo que se hace es colocar palos en las ruedas de la voluntad política, es que alguien no conoce sus funciones o no le interesa conocerlas. La otra pregunta sería si hay voluntad política de hacer algo en ese sentido.

Si aquella tercera parcela, la empresarial, es la que parece marcar el paso al ayuntamiento, la cosa no pinta bien para el interés general. Y no lo hace porque el área de Parques y Jardines aparenta ser utilizada sólo para el beneficio industrial con la aparente complacencia de las otras dos patas. El por qué afirmo esto queda de manifiesto al observar la deficitaria gestión del ajardinamiento urbano. Quitan y ponen especies en las rotondas porque con esas actuaciones se simula actividad, pero la realidad se asemeja más a que esa remoción de rotondas es la justificación para cobrar. De talas y podas tenemos para un serial del horror, pues no se adecúan a la especie que es objeto de corte al ser  todas tratadas con el concepto de seto. Se percibe un abandono selectivo de los árboles urbanos que languidecen ante la presencia de plagas. El abandono de  las palmeras merece un capítulo aparte.

La Concejalía de Parques y Jardines parece secuestrada, y desde dentro de ella se avienen de buen grado a ese secuestro.

Cuando desde el ayuntamiento se publicita el número de especies plantadas en la ciudad, no dicen que son las que corresponden a los agujeros donde se perdieron los árboles, y, otras, las que ponen por sustitución de algo que han arrancado previamente. Porque si buscamos un nuevo alcorque abierto expresamente para aumentar el capital arbóreo, de estos, ni uno, sólo un gran agujero negro.

Si la opinión sobre las actuaciones que convienen a la ciudad se le pide a la empresa es que el consistorio está vendido porque aquella nunca irá contra sus intereses, que no son otros que los de ganar dinero con el mínimo esfuerzo tal y como viene demostrando. Ya garantizan desde el propio ayuntamiento que no haya obstáculos para que la empresa se maneje sola. 

La Concejalía de Parques y Jardines parece secuestrada, y desde dentro de ella se avienen de buen grado a ese secuestro. No aparentando estar secuestrada la Alcaldía, esta se aguanta con lo que toque porque no debe ser una prioridad y porque parece desconocer el rendimiento electoral —utilizando sus prioridades— que le reportaría convertir Arrecife en un vergel. De hacerlo, la parte turística —continuando con sus prioridades— la parte comercial, y, finalmente, el bienestar ciudadano, quedarían reforzados hasta unos límites que aquí no desean conocer.

En este terreno de la gestión del espacio público, dejo en el teclado mis comentarios, que son los de la ciudadanía, sobre la red de alcantarillado, o sobre la ineficacia de los sistemas de conducción y absorción de las aguas de lluvia, asuntos que son herencia que se han venido cediendo de unos a otros equipos de gobierno durante los últimos cuarenta años y que nadie resuelve. Habría que calcular lo que nos ha costado la gestión municipal durante ese periodo y valorar el gasto en técnicos, asesores y políticos, y los resultados obtenidos.    

No parece todo esto un problema de ideologías ni de partidos, sino de personas. El ayuntamiento será tan ingobernable e incapaz como la ciudadanía permita con su voto, y, sobre todo, lo que los representantes públicos municipales quieran que sea.

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