CENTENARIO CÉSAR MANRIQUE

Si César hubiese intervenido en El Confital…

Foto interior: imágen de la maqueta del anteproyecto para El Confital. Foto de portada: César Manrique en Las Piconeras, Gran Canaria, en 1969 (Foto FCM).

A finales de 1988, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria recurre a César para crear un parque marítimo entre Las Canteras y El Confital, pasando por La Puntilla.

Si César hubiese intervenido en El Confital…

Viernes, 15 de marzo de 2019. Tiene lugar en el Auditorio Alfredo Kraus el acto institucional por el que César Manrique es declarado Hijo Adoptivo de Gran Canaria a título póstumo. En el ambiente flota un runrún: qué pena que César no tenga una obra significativa en Gran Canaria… Qué lástima que no se le encargara a César la intervención en El Confital, en el litoral de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria… Las respuestas a tan hondo penar las tienen los ingenieros Juan Alfredo Amigó y José Luis Olcina, amigos y estrechos colaboradores del artista, además de redactores del proyecto para El Confital bajo la dirección artística de Manrique. Y José Tristán Pimienta, claro.
 
A finales de 1988, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria recurre a César Manrique para realizar un proyecto de gran envergadura. Consistía en crear un parque marítimo para conectar Las Canteras con El Confital, pasando por La Puntilla, con la idea de recuperar esta última playa, entonces desconocida para la mayoría de los ciudadanos. Manrique ya traía la experiencia de una intervención semejante en el Lago Martiánez, en Puerto de la Cruz, junto a Olcina y Amigó, y, más o menos por aquellas fechas, se le hicieron otros dos encargos similares: el parque Marítimo de Santa Cruz de Tenerife, y el parque del Mediterráneo, en Ceuta. Ambos prosperaron tras la muerte del artista.
 
La política de bajo vuelo frustró el proyecto de César en la ciudad
El anteproyecto se redactó y una maqueta fue expuesta en la ciudad. Pero, ¿qué fue lo que frustró el proyecto parque marítimo de El Confital de Manrique, Amigó y Olcina? El encargo inicial partió de Emilio Mayoral, un alcalde socialista, pero tras las elecciones de 1991 se propició una nueva mayoría conformada por nacionalistas, centristas y populares, conocido como pacto time-sharing, que relegó aquella idea. En 1992 falleció César y un año más tarde, al retornar Mayoral a la Alcaldía, encargó a Olcina y Amigó la redacción del proyecto de ejecución del parque marítimo, hasta que el acceso del PP al gobierno municipal enterró definitivamente la posibilidad de llevarla a cabo. Política de bajo vuelo, eso es todo.
 
En las catorce hectáreas del lado sur de la Isleta, César proponía un gran lago central, con un surtidor de agua de gran altura e islas arboladas en su seno. Al lado, un lago menor con cascadas, en parte acuario y en parte piscina, junto a otro pequeño lago destinado al público infantil, con toboganes y otros juegos acuáticos. Incluía, una playa-jardín, un anfiteatro para espectáculos al aire libre aprovechando una oquedad natural en la ladera de la montaña, y canchas deportivas y pequeñas edificaciones destinadas a club náutico, club de golf y club de hípica. Todo ello rematado en la punta de El Confital por una torre que sostenía un restaurante panorámico y giratorio.
 
Prohibido el acceso de automóviles y desplazamientos en un trenecito eléctrico
En las treinta y seis hectáreas del lado norte, al pie de las Coloradas, se proyectó un campo de golf de nueve hoyos junto a circuitos de mountain bike y recorridos hípicos y algunas edificaciones de baja altura destinadas a delfinario y acuario. En lo alto del pico de la Isleta se pensó otro restaurante panorámico, embutido en la montaña, facilitando la conversión en museo de sitio de las aledañas Cuevas del Canario para ofrecer una muestra de la riqueza arqueológica de Gran Canaria, y conectándose con los equipamientos de la zona baja mediante un tren eléctrico de cremallera. 
 
En la entrada del parque marítimo se proyectaron tres niveles de aparcamientos subterráneos que se prolongaban en su cota más baja en un paseo con locales de restauración, tiendas, balnearios, etc. Por lo tanto, quedaría prohibido el acceso de automóviles al interior, realizándose los desplazamientos mediante un trenecito eléctrico en cuyo recorrido se atravesaría un tramo submarino que permitiría contemplar el acuario de la cascada. 
 
Así describió José Tristán Pimienta el anteproyecto en enero de 2001, en el nº 26 de Anarda, Revista de Canarias. 

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