Opinión

Segunda vuelta

Han transcurrido dos semanas de la sentencia dictada por las urnas el pasado 28 de abril. Como era previsible, después del análisis llevado a cabo en los órganos de dirección de los respectivos partidos, se ha abierto el tiempo de tanteo de cara a la conformación del próximo Gobierno. Dada la proximidad de las elecciones locales, autonómicas y europeas, dicho tanteo para sondear posibles pactos se alargará hasta finales de mayo. Ningún partido quiere mostrar sus cartas, y menos aún Pedro Sánchez y el PSOE.
 
De cualquier manera, no habrá que esperar a junio para llegar a algunas conclusiones. El resultado arrojado por las urnas el 28-A cierra la posibilidad de que pueda haber un Gobierno alternativo al que pueda impulsar Pedro Sánchez. El triunfo del candidato socialista fue indiscutible y la composición del nuevo Parlamento deja sin otras opciones a las fuerzas de centro-derecha.
 
Sánchez quiere que el protagonismo de la oposición lo tenga el PP de Pablo Casado
La ronda de contactos llevada a cabo por Pedro Sánchez con los líderes del PP, Ciudadanos y de Unidas Podemos constituye una novedad. Nunca antes se había hecho. Sorprende la fórmula y no menos que haya dejado fuera a Vox. Si el objetivo de Sánchez era no dar protagonismo al partido que representa a la ultraderecha en España no parece que el camino más adecuado sea el de la exclusión. Siempre que una organización política respete el marco constitucional -sea de ultraizquierda o de ultraderecha- es saludable mantenerlos en el sistema y evitar que se conviertan en víctimas.
 
De los contactos llevados a cabo por Sánchez se puede concluir que quiere que el protagonismo de la oposición lo tenga el PP de Pablo Casado; y, segundo, que en estos momentos no es viable un acuerdo de gobierno con Ciudadanos. Por último, todo parece indicar que quiere como socio preferente a Pablo Iglesias, aunque con Sánchez siempre debe respetarse un cierto margen para la sorpresa.
 
Aunque el protagonismo diferenciado que otorgó Sánchez a Casado tiene la lógica de ser el PP el partido que obtuvo más diputados de los de la oposición, no hay que descartar que haya sido una sutileza para ningunear a Rivera. No hay buena química entre el líder del PSOE y el de Ciudadanos; y, además, los de Rivera están en alza en contraposición con los duros tiempos que tiene por delante Casado y los suyos.
 
El 26 de mayo también se decide, aunque sea colateralmente, cómo y con quién gobernará Pedro Sánchez
Los encuentros llevados a cabo en Moncloa se cerraron con la larga reunión sostenida por Sánchez con Iglesias. La imagen que se proyecta de esta última reunión es la de que existe unas bases sólidas -tanto desde el punto de vista programático como de empatía personal- para encontrar fórmulas de colaboración para gobernar el estado después del 26-M. Descartado inicialmente un acuerdo de gobierno entre el PSOE y Ciudadanos, Sánchez dispone de margen suficiente para gobernar con la colaboración de otras fuerzas políticas, y en cualquiera de las alternativas a un gobierno con Ciudadanos, el acuerdo del PSOE con Unidas Podemos es imprescindible.
 
La incógnita a despejar es si el grado de colaboración con los de Iglesias supondrá la entrada de Unidas Podemos en el Consejo de Ministros o sí simplemente se limita a acuerdos parlamentarios estables. En este sentido, el resultado electoral del próximo 26-M, facilitará -o no- que Unidas Podemos forme parte del Gobierno de Sánchez. La correlación de fuerzas en las comunidades autónomas y en los grandes municipios del Estado se convertirá en un elemento clave para despejar esa incógnita. Evidentemente, no tiene el mismo precio que Unidas Podemos necesite el apoyo del PSOE para gobernar en Madrid, Barcelona o Valencia  a que sea al contrario, que quien sea la primera fuerza sean los socialistas y que Unidas Podemos solo sea un invitado.
 
El gobierno de “geometría variable” al que aspira Sánchez -pactar en cada momento con quien más convenga- dependerá mucho del resultado del 26-M. Algunas posiciones políticas excluyentes, en relación a futuros acuerdos de gobernabilidad, pueden verse condicionadas. En buena medida, el 26 de mayo también se decide, aunque sea indirecta o colateralmente, cómo y con quién gobernará Pedro Sánchez.  En ese sentido, en cierto modo el 26-M se juega la segunda vuelta.

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