Top Secret, 2 de octubre de 2020

Sanos

Sanos

Ha transcurrido el tiempo preciso para saber si la incorporación a las aulas de primaria y secundaria iba a producir brotes y contagios masivos. Y afortunadamente no ha sido así. A mediados de septiembre miles de estudiantes regresaron a las aulas tras seis meses sin pisarlas. Durante este tiempo, al final de la primera ola, durante el verano y en plena segunda ola de la pandemia, el debate estuvo abierto: ¿Debía regresar el alumnado a las aulas? ¿Por qué los docentes iban a cargar con la responsabilidad de ejecutar los protocolos? ¿Las familias se pueden negar a llevar a sus hijos e hijas a la escuela? ¿Qué ocurrirá el día que haya un positivo? Dudas y más dudas en todos los niveles. El cuerpo docente, por el temor a verse expuestos, las familias por miedo a contagios masivos que pudieran comprometer la salud de los miembros más vulnerables, los pibes frente a un escenario temido -pese a que, en principio, era mucho más amable que cualquier otro del verano reciente-. Ni siquiera la aparente tranquilidad de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias contribuía a serenar el ambiente.

Aulas

Y hoy, medio mes después de lo que solemos definir como vuelta al cole, podemos decir -y debemos decir- que todo ha salido bien. O al menos razonablemente bien. No hay, como se temió, ningún contagio masivo. Claro que ha habido casos puntuales, como los puede haber en cualquier otro espacio común. Y hasta sin ser común. Pero ha quedado disipado el temor de que el regreso a las aulas iba a tener como consecuencia un crecimiento del número de casos. Si nos hemos especializado en buscar culpables, en lugar de hallar soluciones, en todo aquello que funciona mal, o directamente no funciona, no estaría de más que hiciéramos lo propio cuando las cosas van bien. En este caso, señalar a los actores que han intervenido en convertir una situación de riesgo hipotético en algo muy normal: el regreso a colegios e institutos sin que se saliera de madre la situación de la covid

Protocolos

Con respecto a esto último, ya lo dejamos escrito aquí mismo: papel fundamental de los equipos directivos y de los claustros de colegios e institutos. De aquellos temores iniciales -y lógicos- por la enorme responsabilidad que se les venía encima hemos pasado a un estadio en el que, de entrada, no ha habido esos contagios masivos que perfectamente se podían haber dado. No en vano se ha detectado alguno puntual, pero como, afortunadamente, un colegio no ha sido ni una sala de fiestas ni una discoteca y como el cuerpo docente ha tenido bastante más cabeza que algunos empresarios nocturnos, ahí ha parado el asunto.  Con todo, el virus sigue activo. Y deseando trincar a alguien para llevárselo por delante, una de sus misiones principales en esta historia. Por tanto, conviene no bajar la guardia y, desde casa mismo con la toma de temperatura y la responsabilidad de las familias, seguir en la línea que permite que el estudiante esté en las aulas. Nos parecía imposible, pero ahí están.

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