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Ribera del Charco, la plaza mayor de Arrecife

Lo más llamativo de esta singular plaza mayor es que casi toda su superficie está cubierta de agua y en ella fondean y varan falúas, barquillos y chalanas.

Ribera del Charco, la plaza mayor de Arrecife

Arrecife localizó por fin su plaza mayor y, aunque la tenía delante de sus propias narices, le costó siglos reconocerla. Lo más llamativo es que casi toda su superficie está cubierta de agua, por sus orillas pasean personas de toda edad y condición y en ella fondean y varan falúas, barquillos y chalanas. Desde que dejó de ser el pozo negro de esta parte de la ciudad, no dejan de abrir restaurantes, bares y cafeterías a pesar de que los precios de los alquileres se han puesto por las nubes.
 
La fisonomía actual de la plaza mayor de Arrecife sería otra si hubiese prosperado el proyecto presentado en 1902 para cerrar, achicar e impermeabilizar el Charco de San Ginés con el objetivo de convertirlo en una mareta pública. Quién sabe, a lo mejor su cubierta sería utilizada para celebrar las fiestas patronales de la ciudad: los cochitos, las verbenas, las misses y eso. El caso es que a este espacio le ha costado lo suyo convertirse en una centralidad.
 
A partir del asentamiento marinero se desarrolló la ciudad
 
Fondeadero natural en su origen y bajío para recoger carnada para la pesca menor, por sus dos bocas naturales entraban y salían los peces con el flujo y el reflujo de las mareas, pero una de ellas fue taponada, por la que ya sólo fluye el agua del mar bajo los dos puentes que enlazan La Puntilla y el Islote del Francés. Aquí se produjo un asentamiento marinero a partir del cual se desarrolló la ciudad. Más tarde, por la vertiente norte del Charco surgió El Lomo, en torno al trazado del antiguo camino vecinal hacia la Villa.
 
En esta singular plaza mayor, que cambia de aspecto con la pleamar y la bajamar, no se encuentra el Ayuntamiento, ni la iglesia, ni el juzgado, ni ninguna otra actividad institucional. Las edificaciones son preferentemente de uso doméstico y en su mayoría contaban con una sola planta. Y nada de lujos, ya que las casas son modestas y sus fachadas sencillas, como correspondía a las partes traseras de unas casas que daban al Charco.
 
La trama urbana marina y de origen marinero moldea la memoria de la ciudad
 
Así que no, en la plaza mayor de Arrecife no son relevantes los valores arquitectónicos. Lo que sobresale son sus valores etnográficos y paisajísticos, una trama urbana marina y de origen marinero que moldea la memoria histórica de la ciudad, e imprime una impronta peculiar a la relación entre el agua del mar y la sencillez arquitectónica. Y ello, sin desmerecer las incursiones del Charco por la prehistoria, ya que esta franja del litoral ya era aprovechada por la población aborigen para el marisqueo y la pesca con la técnica de envarbascado, que consistía en envenenar el agua para atontar a los peces, lo que inicia la gran tradición marinera de Arrecife.
 
Mucho antes de que las terrazas proliferaran por la ribera del Charco, antes de la intervención de César Manrique, este era el traspatio del quehacer doméstico marinero y el lugar donde se secaba el pescado. Pero también era aprovechado por los grandes carpinteros de ribera que siempre tuvo Arrecife. Aquí se fabricaban barcos, se ponían a punto los utensilios de las embarcaciones, se remendaban los artes de pesca o se limpiaban, reparaban y pintaban los barquillos
 
Aunque la tenía delante de sus propias narices, le costó siglos reconocerla: Arrecife encontró por fin su plaza mayor y es marina y marinera.

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