Retrato en sepia

Nada que ver con la novela de Isabel Allende. El título me lo ha inspirado la contemplación de una fotografía que este fin de semana ha sido portada en los diarios de la provincia de Las Palmas. Reflejaba una singular unión política. La han protagonizado José Miguel Bravo de Laguna y Fernando Clavijo. El primero ex presidente del Parlamento de Canarias por el Partido Popular, el segundo actual presidente del Gobierno de Canarias por Coalición Canaria. En realidad no precisan presentación entre aquellos que suelen seguir las crónicas políticas, pero no descartemos la posibilidad de vida extraterrestre o, más allá, la de alguien que acaba de despertar de un largo coma y pueda pensar que la medicación le sigue afectando de manera severa. La foto de Clavijo y un señor de 73 años es la de la desesperación. Coalición Canaria necesita votos en Gran Canaria donde hace tiempo decidieron que nacionalistas, si acaso, de Nueva Canarias, que lo de CC es más de Tenerife. Ese fue el mensaje que les lanzaron en 2003 y que, a pesar del paso de los años, tardarán en olvidar. Así que en el enésimo intento de rascar algo de los canariones, a Clavijo, Barragán y compañía no se les ha ocurrido otra cosa que coaligarse con José Miguel Bravo de Laguna, ex de UCD, ex del Partido Liberal, ex del Partido Popular y fundador de Unidos por Gran Canaria un partido para cuya Secretaría General acaba de nombrar a su hijo menor, Lucas.

 

Es la foto, en sepia, del hambre y las ganas de comer. De quienes ven peligrar su peculiar hegemonía con el nuevo panorama electoral que se avecina y de aquellos otros que siguen teniendo ganas de yantar de lo público pese al empacho que, en condiciones normales, deberían tener ya a estas alturas del banquete. En la instantánea de los periódicos, Clavijo aparece con su sempiterna mochila, que igual define al que acaba de llegar como al que está a punto de irse. Pero hay otra imagen, siempre hay otra imagen: la que es mejor que mil palabras. Es una que circula por las redes sociales, donde podrán imaginarse que la unión ha sido recibida con gran jolgorio y entusiasmo, en la que se ve a Bravo de Laguna y a Pablo Rodríguez, dirigente insular de Coalición Canaria y, como lo bautizó el ABC en su día, primer “millennial” en dirigir un partido con la intención de “captar respaldos urbanos”. Ahora el milenial parte peras con el septuagenario. Pero volvamos al retrato que decíamos. Se ve a Bravo de Laguna y a Pablo Rodríguez sellando la unión con  el caballeresco apretón de manos en un contexto que ni hecho a medida: al fondo, colgando de unas cortinas que parecen extraídas de una boite de los 70, un cartel que dice “Salida de emergencia”. Parece el eslogan de esta alianza, le va bien a las dos partes contratantes.

 

Cosas como las descritas en los dos primeros párrafos nos recuerdan, a bocinazos, que hay elecciones muy pronto. Lo suficientemente cerca como para hacernos espectadores cotidianos de unas cuantas simplezas. No sé si se han fijado pero las redes sociales, fundamentalmente ese inmenso ferial de intolerantes y analfabetos en que se está convirtiendo Facebook, están exponiendo, de un modo casi insolente, las supuestas bondades de nuestros políticos. Naturalmente, el bosquejo de capacidades viene esbozado, o por ellos mismos a modo de auto homenaje, o por sus compañeros de partido. Dice uno de los “mayores” que sus juventudes son las mejor preparadas; responden los “menores” elogiando al gerifalte que, casualmente, tiene el código digital de ponerlos en las listas en la primavera de 2019. Y así se pasan el día, entre instintos (políticos) primarios y rutinas automatizadas. Hagan ese ejercicio: “pongan” Facebook. Descubrirán, entre millones de faltas de ortografía y “post verdades”, uno de estos episodios que suele ser detectable por la foto sonriente del alguien elogiado. Pero, ojo, también es común que las redes sociales den por actual alguna noticia de hace lustros. Eso sí: el retrato de Clavijo y Bravo de Laguna es de este fin de semana.