Top Secret, 6 de octubre de 2020

Por un puñado de votos

Por un puñado de votos

La ultraderecha española, como toda ultraderecha, no disimula. Habla abiertamente de sus postulados racistas, xenófobos, homófobos y machistas. Y el que le quiera votar, que le vote. El problema viene cuando otros partidos disputan ese mismo voto y lo hacen, o pretenden hacerlo, en igualdad de condiciones que los extremistas. En toda situación de crisis económica como la que nos va a dejar esta pandemia, además del facherío, salen los populistas a por el voto del encochinado. Sin ningún tipo de escrúpulo ni vergüenza. Orillando la ley, ofreciendo acciones que, de llevarlas a cabo, acabaría con sus huesos en la cárcel, o en el mejor de los casos inhabilitado, el político insular juega con el escaso interés ciudadano por informarse de manera veraz y rigurosa, y le suelta aquello que quiere oír. Aun a sabiendas, insistimos, de la imposibilidad de cumplir luego con la promesa u ofrecimiento. Esto último es lo de menos: a fin de cuentas, la mayoría de los puntos del programa electoral caen en saco roto.

Migraciones

En Lanzarote la llegada de inmigrantes en embarcaciones que denominamos pateras es caldo de cultivo para las astracanadas del personal trajeado. Da igual que llevemos más de una década siendo puerta de entrada a Europa y que, estadísticamente, la incidencia de las personas migrantes arribadas del vecino continente africano en el número de delitos sea absolutamente insignificante y nulos los casos de contagio a la población local de quienes han llegado enfermos de covid-19. Da igual todo eso. Como tampoco se cuentan los periódicos desplazamientos a otras islas de los llegados previamente a Lanzarote o las devoluciones a sus países en aquellos casos que se ha podido acreditar su procedencia. Y da lo mismo todo porque cuando el político se pone a vociferar que los migrantes son los más malos, los que más contagian y los que nada más pisar suelo conejero le espera el delegado del gobierno con un sueldito para toda la vida, como los de Nescafé, una vivienda de protección oficial y dinero en efectivo para sus vicios, hay gente que se lo cree porque necesita creérselo.

Okupas

Otra de las cuestiones, digamos, fáciles de comprar por parte del personal, es la de la ocupación de viviendas. Okupación, que se diría en el lenguaje de la calle. En torno a esta cuestión, el Partido Popular de la isla se ha lanzado a la caza de quienes moren en una vivienda que no es suya ni pagan alquiler por ella. Quieren los populares que en 12 horas estén fuera. Y hasta mucho me parece porque, en realidad, no se debería tardar más de media hora. Vas, revientas la puerta, inflas a hostias a los de adentro, los botas en mitad de la calle, cambias la cerradura, te echas gel hidroalcohólico en las manos, por si las moscas, y ¡ale! Problema resuelto. Lo dicho: media hora. Toda buena acción, como la que nos ocupa -con perdón- tiene, sin embargo, un lado un tanto confuso. La disyuntiva de no saber a quien votar en las próximas elecciones, si a la ultraderecha original o a la de tienda de chinos que viene a sumarse al discurso radical por un puñado de votos.

Comentarios