Opinión

Ponérselo más difícil al fuego

Ponérselo más difícil al fuego

Ningún lugar del planeta que tenga la fortuna de disfrutar de masa forestal está ajeno a la amenaza del fuego. No escapan a esa amenaza los lugares o países más desarrollados, ni los que cuentan con menos medios; ni tampoco, desde luego, aquellos que están anclados y sumidos en una vida rudimentaria. Tampoco garantiza estar libre de la constante amenaza de los incendios en los montes disponer de los más sofisticados recursos técnicos, o de los mejores recursos humanos en cantidad y capacidad para hacer frente al fuego. 
 
En España en los últimos seis años se han sucedido un centenar de incendios en lo que se han quemado al menos -en cada uno de ello- más de 500 hectáreas de masa forestal. El incendio que destruyó más superficie fue el que sufrió el Encinado (León), en el que ardieron 9.820 Ha; por superficie quemada, le siguen  Quesada (Jaén), Ponteareas (Pontevedra), Luna (Zaragoza), Acebo y Perales del Puerto (Sierra de Gata), Melón (Ourense) y el que castigó a El Paso, en la isla de La Palma, en el que se destruyeron 4.793 hectáreas.
 
En la memoria de todos estarán siempre las 20 víctimas del incendio de La Gomera
Fuera de las fronteras españolas los incendios más devastadores han tenido lugar en el Estado de Victoria (Australia) que tardó 40 días en ser sofocado y en el que murieron 173 personas, dejando más de 400 heridos; el que afectó a California (EEUU) en el que murieron 17 personas, destruyendo a su paso 3.000 viviendas; el que se produjo en el norte de China, en el que perdieron la vida 200 personas y en Portugal -en 2017- en el que murieron 64 personas y 135 quedaron gravemente heridas.
 
El último gran incendio se produjo en Grecia, el año pasado, en el que a pesar del estado de emergencia declarado por el Gobierno de Alexis Tsipras y el consiguiente despliegue de medios -toda la flota de aviones de combate de incendios, 250 camiones de bomberos y más de 600 profesionales- perdieron la vida 102 personas.
 
En Canarias también sufrimos las consecuencias de los incendios forestales. Gran Canaria, Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro han tenido que hacer frente al fuego en distintas ocasiones. En la memoria de todos los canarios estarán siempre las 20 víctimas del incendio que sufrió la isla de La Gomera en septiembre de 1984.
 
La rica masa forestal de las islas mencionadas, así como el clima y la accidentada orografía que favorece la existencia de innumerables barrancos y barranquillos, incrementa las dificultades en la lucha contra el fuego cuando se produce un incendio. Por otra parte, es absolutamente indiscutible que las Islas han incrementado de forma extraordinaria los recursos, tanto materiales como humanos, para estar preparados y plantar cara al fuego en los montes. A pesar de ello, es inevitable, por múltiples razones, que los incendios en los montes sigan produciéndose -aunque podamos atenuar el efecto de los mismos-.
 
Es imposible garantizar “riesgo cero” en el control de incendios
Gran Canaria, especialmente los municipios Artenara, Tejeda y Gáldar, ha sufrido las consecuencias del último grave incendio, que afortunadamente no ha causado la pérdida humana. Después de días de dura lucha, el fuego ha sido controlado gracias al esfuerzo de muchos profesionales y a la colaboración interinstitucional. El trabajo llevado a cabo merece la gratitud y el reconocimiento de todos.
 
Desde el reconocimiento de que es imposible garantizar “riesgo cero” en el control de incendios en nuestros montes, nos cabe reflexionar, desde la serenidad y la responsabilidad, si es posible mejorar los medios o instrumentos para la previsión de incendios. En la lucha contra el fuego en nuestros montes necesitamos sumar a las reiterativas peticiones de más recursos aéreos, materiales y personales, medidas de previsión y reivindicaciones en las que la sociedad puede jugar un papel determinante.
 
La vegetación de las coronas forestales ha bajado a la medianía y cada día hay más viviendas en los bordes de nuestros montes o envueltas en la propia vegetación. Además, se ha producido un continuado abandono del cultivo de suelos que tuvieron tiempo atrás un enorme valor para su cultivo. Necesitamos que se articulen medidas de obligado cumplimiento para mantener limpios de maleza todos los terrenos que estén en la zona de riesgo de incendios para nuestros montes; medidas que podrían complementarse con otras que incentiven la plantación y cultivo de las mismas. Hay que agradecer el inmenso esfuerzo que estos días se ha hecho desde todos los ámbitos, y sin duda valorar cómo las siete Islas se sienten una sola con la solidaridad y la unidad de todos los canarios. Pero también es necesario no dejar de hacer una reflexión sobre cómo plantar cara con más fortaleza al fuego.
 
Es el momento de trabajar conjuntamente instituciones, técnicos, asociaciones vinculadas a la protección de la naturaleza y vecinos vinculados a las zonas de riesgo para mejorar y complementar medidas que se lo pongan más difícil al fuego.

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