Politiquerías y politiquillos

Politiquerías y politiquillos

Reconozco que soy un poco iluso. Desde el momento en que nuestro país se vino abajo por la pandemia del coronavirus pensé, e incluso escribí, que había llegado el momento de la clase política. De demostrar que era necesario dejar atrás los intereses partidistas para afrontar el mayor reto a nivel mundial al que se ha enfrentado la sociedad moderna.
Cuando se desmonta la manipulación en la mayoría de los casos ya es demasiado tarde
 
Palabras, solo palabras. Tras el primer impacto del Covid-19 en la sanidad y la economía un hilo de esperanza comenzó a surgir al escuchar a  los responsables de los grandes partidos. Había que arrimar el hombro y dejar para más adelante la irresponsabilidad. ¡Ojo! No hablo de la crítica constructiva que es imprescindible en toda democracia sino de la bajeza política.
 
Las redes sociales tan proclives a las noticias falsas son el caldo de cultivo ideal para aquellos políticos que son capaces de aprovechar cualquier infortunio para sus fines partidistas. Por desgracia una falsedad corre más deprisa que la verdad. Y cuando se desmonta la manipulación en la mayoría de los casos ya es demasiado tarde. La mentira ya está inoculada en nuestros cerebros.
 
Son esos politiquillos que tanto abundan en nuestras instituciones. Que están dispuestos a todo para mantenerse en el poder o los que están al acecho para trincar un sueldo público. Y sin olvidarnos de los oscuros intereses empresariales que como una hiedra va ahogando poco a poco a las instituciones democráticas.
Para estar bien informado, o al menos, lo más posible, hay que leer distintos periódicos y webs
 
Una sociedad crítica con el poder es fundamental para intentar separar el trigo de la paja, el político del politiquillo. Sé que es muy complicado. Pero el ciudadano tiene que empezar a poner de su parte si no quiere ser una simple marioneta que mueven a su antojo. Estar bien informado exige un mínimo de dedicación y esfuerzo. No vale con tener el Facebook o quedarse solo en los titulares de las noticias. No nos dejemos seducir por los mensajes populistas, sin ni siquiera molestarnos en contrastar su contenido.
 
Los medios de comunicación, muchos de ellos asfixiados económicamente por la crisis, también están sometidos a los intereses políticos y empresariales. Es por eso que para estar bien informado, o al menos, lo más posible, hay que leer distintos periódicos y webs. No hay otra.
 
Una crisis social y económica sin precedentes como la que vivimos requiere de una buena dosis de generosidad por parte de todos para tratar de salir de ella. Sin embargo, parece que es la semilla del odio la que mejor está germinando. En nuestras manos está el poder cambiar de rumbo. Elijamos un grano resistente a una plaga que lleva  muchos años entre nosotros. Por fortuna, en Lanzarote nuestros campos son muy agradecidos.

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