Top Secret, 2 de noviembre de 2020

Poco pasa

Poco pasa

Esa expresión, poco pasa, es frecuente escucharla en una zona de Arrecife que, de un tiempo a esta parte, se ha tornado conflictiva. ¿Algún barrio de la periferia? ¿Alguna zona caliente de venta de drogas? Hasta hace no muchos años cualquier suceso que ocurría en Arrecife tenía su principio y su final en la zona de Las Rapaduras. Hay una anécdota que lo define. En las fechas cercanas a la festividad de los Reyes Magos, una tarde despareció una bicicleta infantil del portabultos del coche propiedad del alcalde de la ciudad. La acababa de comprar. Antes de irse a cenar ya la había recuperado. Faltó poco para que llegara antes que el ladrón al escondrijo donde la bici en cuestión esperaría el momento para ser cambiada por algunas papelinas de heroína. Arrecife era lo suficientemente pequeña para que todo estuviera aparentemente controlado. Contaba el capitán de la Guardia Civil de la misma época que no siempre es conveniente secar el caudal de droga en un lugar con mucha gente dependiente. El problema de seguridad ciudadana que puede causar la abstinencia puede ser mayor que el trapicheo en los puntos de venta habitual. Todo estaba controlado…hasta que se descontroló

Desarrollo

Es lo que tiene el desarrollo. Aquí quisimos vivir mejor, que casi siempre se relaciona con tener más pasta -y casi nunca es cierto- y lo quisimos hacer con todas las ventajas que eso conlleva y ninguno de sus problemas. Algo imposible, claro. Para poder tener muchos más turistas que dejaran mucho más dinero para nosotros ganar, también, mucho más, empezamos a construir legal e ilegalmente. Tanto daba.  Y para atender la demanda de cama nueva pusimos unos cuantos anuncios en la sección de ofertas de empleo. Y venga aviones para acá. Los vuelos de Madrid, repletos de los nuevos trabajadores. De vez en cuando nos quejábamos, que ya es el colmo de la hipocresía, pero es que empezábamos a darnos cuenta de que, ni éramos tan ricos como imaginamos y, además, esto se nos descontrolaba. Y se nos descontroló

El centro

Poco a poco mientras Las Rapaduras languidecía, los episodios conflictivos se iban expandiendo por las distintas zonas de la ciudad. Con todo lo hábiles que fuimos creando puestos de trabajo para el bar piscina y la limpieza de habitaciones, y lo rematadamente torpes para hacer lo propio creando plazas para la Policía Local. Así pues, perdimos el control de la ciudad. Y lo que siempre fue un punto concreto, que hasta convenía tenerlo ahí para que el resto viviera en paz, ha acabado siendo un caos total. Incluso en pleno centro. Poco pasa, en pleno centro. El episodio de la pelea que en la madrugada de este domingo ha acabado con un marroquí destripado, ha tenido lugar en la céntrica calle Manolo Millares. Un lugar con altos alquileres y broncas al mismo nivel. Relatan los vecinos que es un auténtico infierno convivir con unos vecinos sobrevenidos al número 81 de la vía. Allí moran sin que el dueño del inmueble quiera y sin pagar nada por ello. A veces sorprende eso que llaman la interpretación de la Ley. Tan capaz de botar a la calle, en tiempo récord, a una familia con menores porque el banco ha dejado de cobrar el alquiler durante dos meses, y tan ineficaz para otras cosas.

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