Top Secret, 3 de mayo de 2018

Parece razonable

Parece razonable
La Fundación César Manrique se ha pronunciado sobre la iniciativa del Cabildo de Lanzarote de promover una campaña para que  la ciudadanía, a título individual o colectivo, sugiera qué actos hacer para conmemorar el centenario del nacimiento de César Manrique. Experiencias vividas en el pasado hacen recomendable el diálogo. Tratando de nombrar Hijo Predilecto a César Manrique, los representantes políticos de la isla se enredaron de tal manera que no hubo unanimidad y se frustró el incuestionable homenaje al lanzaroteño más universal y al hombre que cambió, para mejor, el paisaje de esta isla y la conciencia de sus habitantes. No de todos, todos, pero sí de la inmensa mayoría. Aquellos que tenemos vergüenza (que también somos legión) todavía la pasamos hoy día al recordar que sólo tras la muerte de Manrique se logró nombrarlo Hijo Predilecto. Y lo fue ex aequo con Pepín Ramírez, el presidente del Cabildo bajo cuyo mandato se entendió a César, se respetó a César y se dejó hacer a César. Y nadie, a día de hoy, se ha arrepentido de ello. Precisamente para evitar ese bochorno de un pasado reciente, la Fundación pide consenso político en torno a las conmemoraciones del centenario del nacimiento de César Manrique. Fundamentalmente a aquellas promovidas por las Administraciones Públicas. Y parece razonable. 
 
Derechos legales y morales
César Manrique es patrimonio de todos los lanzaroteños. Puede que así sea. Sin embargo está por ver si Manrique se hubiese dejado adoptar por todos los lanzaroteños o, por el contrario, hubiera seleccionado por quienes sí y por cuáles no. De hecho, a los que le conocimos en vida no nos resulta difícil imaginarlo criticando duramente a aquellos que él entendía que estaban cometiendo barrabasadas urbanísticas, violaciones al buen gusto, escupiendo sobre las sagradas escrituras del Lanzarote soñado. Su obra, su manera de pensar, su filosofía (escrita y dictada una y mil veces y al alcance de quien la quiera consultar en varias publicaciones) quedó depositada en la Fundación que lleva su nombre. Concebida y parida en vida del artista. No inventada por nadie extraño a su manera de pensar. Así pues, cuando la Fundación César Manrique recuerda que es la “depositaria legítima de la voluntad y de los derechos legales y morales del artista”, quiere decir exactamente eso. Y se dice de esa manera precisamente para que todos los entendamos bien. Y se entiende. La Fundación no busca confrontación, extiende una mano para sumar. No para dividir. Ante un hecho de tal relevancia que afecta a la figura más importante que haya tenido Lanzarote, una de las respuestas que se espera de instituciones y administraciones es altura de miras y responsabilidad. Para la batalla hay otros campos.
 
Elecciones a la vista
En su comunicado, la Fundación insta a que “cualquier iniciativa emprendida por las administraciones públicas en torno a la conmemoración del centenario se produzca con el mayor consenso institucional y político, de modo que se evite cualquier tentación de apropiación partidista”.  Si Manrique es de todos, como dicen desde la parte política, con mayor peso parece razonable que su Fundación tenga algo que decir en el momento de decidir qué cosas han de hacerse y cuáles no. En realidad ni deberíamos estar hablando (o escribiendo) de esto. Pero los antecedentes asustan. Y, hoy por hoy, estamos más cerca de empezar a ensuciar el nombre de Manrique con broncas partidistas que a recordarlo con el respeto y la admiración que merece. Y que 2019 sea un año electoral no ayuda en absolutamente nada. Al contrario, multiplica por mucho el peligro de empezar a quemar voladores con la cara de César. Más que nunca es necesario el diálogo entre la administración y la Fundación. Y una de las partes ha tendido una mano. Parece razonable que se encuentre con la otra. 

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