Opinión

Otra Europa

Trabajo en red de sus centros científicos, disposición de todos los recursos económicos necesarios para investigar y descubrir el antídoto contra el coronavirus, disponibilidad de fondos para adquirir la cantidades de dosis de vacunas necesarias para atender las necesidades de la población de la Unión Europea y consenso a la hora de fijar los criterios para distribuir el número de dosis entre los distintos estados miembros. Éstas y otras líneas de actuación están propiciando que la lucha contra la pandemia contribuya a recuperar la credibilidad en el proyecto de una Europa verdaderamente unida, capaz de recuperar el espíritu que impulsó el político francés de origen germano-lucemburgués Robert Shuman.

El descubrimiento de las vacunas fijan el principio del fin de una pandemia que ha mutilado y destrozado la vida y oportunidades de millones de personas en todo el mundo, además de arruinar a cientos de miles de empresas, condenando a millones de personas al paro, la pobreza y la pérdida de bienestar. Estamos en el inicio de un período donde el esfuerzo colectivo y la grandeza de los gobernantes de Europa y otros países desarrollados del mundo están haciendo posible —en un tiempo récord— el éxito del antídoto que debe ayudarnos a derrotar al virus. Un camino ha comenzado. La vacunación se ha iniciado, pero aún restan meses para que en el caso de Europa se alcance la inmunidad comunitaria de la población y así poder recuperar la añorada normalidad.

Esta pandemia no está distinguiendo continentes, ni países o razas; tampoco diferencia entre ricos y pobres —aunque la evolución de la solución no irá a la par en unos u otros casos—. Nadie se siente o está a salto, de ahí que esté siendo más sencillo sumar y unir recursos humanos y económicos para derrotar al enemigo común que es el coronavirus.

El hecho de que los países más ricos del planeta estén viendo amenazada su seguridad sanitaria y económica les ha obligado a dejar a un lado el egoísmo propio de los poderosos y unir fuerzas para derrotar al virus.

Los efectos perversos de la pandemia saltan a la vista: muertes, contagios, infectados con secuelas, paro, pobreza y pérdida de buena parte del tejido productivo. Sin embargo, nos deja también señales de que un mundo más solidario y justo es posible.  La lucha contra la pandemia puede ser el punto de partida para recuperar la credibilidad en el proyecto de la Unión Europea. La misma UE egoista, dividida e insolidaria que ha sido incapaz de afrontar asuntos como el de la inmigración o cerrar un posicionamiento común en distintos conflictos internacionales —sobre el Sahara, por ejemplo— estos meses está mostrando el papel que puede jugar cuando pone por encima la solidaridad, el altruismo y el bien común.

En este contexto, al plausible papel que Europa está jugando en  el descubrimiento, financiación y distribución de las vacunas hay que unir el plan a llevar a cabo para la recuperación de la economía post COVID-19. El nefasto papel jugado por la Unión Europea en la crisis del 2007/14 —cuando Bruselas optó por la medicina errónea de los recortes y la austeridad, condenando a la pérdida de calidad de vida a millones de europeos con especial incidencia en las regiones del sur— ha sido oportunamente enmendado con el plan post COVID-19 que receta endeudamiento y políticas económicas expansivas. El plan de estímulos para la recuperación económica cuenta con una dotación de 750.000 millones de euros y será el eje que permita la recuperación de los países europeos que han visto sus economía más castigadas —España, sin duda, es una de las grandes beneficiadas del nuevo rumbo que ha tomado la Unión Europea—.

La recuperación de la economía canaria pasa indefectiblemente por lograr la inmunidad comunitaria en las Islas y en los principales países emisores de turistas a nuestra tierra. Los efectos de la pandemia han castigado a todas la economías, pero especialmente a las más dependientes del exterior, como la nuestra. Por eso, el inicio de la vacunación es una gran noticia para todos pero muy especialmente para Canarias. Por delante quedan cinco o seis meses muy duros que debemos encarar con compromiso, autocontrol y responsabilidad

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