Top Secret, 2 de marzo de 2018

A otra cosa

A otra cosa
Tras la decisión de la alcaldesa de Arrecife, Eva de Anta, de implementar las competencias de su único socio de gobierno, el PIL, parece difuminarse (más) la opción de una moción de censura. Ástrid Pérez tendrá que ocupar en otra cosa el tiempo que pensaba dedicarle a la Alcaldía. Ofrecemos algunas ideas. El PIL en Arrecife suma competencias. La alcaldesa, Eva de Anta, firmó esta semana los decretos que otorgan más trabajo a uno de los dos concejales insularistas. En concreto a Tomás Fajardo. El hasta ahora concejal de Limpieza y representante capitalino en el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, añade a su tarjeta de visita las áreas de Parques y Jardines, Medio Ambiente y Playas. Isabel Mesa sigue con lo que tenía, de momento. Dejando al margen el generalizado cachondeo que entre la opinión pública ha provocado el nombramiento, Fajardo tiene cierta fama de no ser lo que se dice, precisamente, un buen gestor, lo cierto es que la medida puede tener su lectura política. De ese murmullo popular con sonido de carcajadas se desprende que la ciudad no tiene pinta de que vaya a mejorar. De hecho las apuestas se inclinan a todo lo contrario y tras la palpable demostración de que la limpieza brilla por su ausencia en Arrecife, pese a gozar del control en exclusiva de un concejal, ahora que este debe repartir su capacidad en otras áreas, o trabaja más o se empeoran los resultados.
 
La no moción
Una de las lecturas políticas que cabe hacerse con este refuerzo de competencias es que en el PIL no están por la labor de abandonar al PSOE y lanzarse en brazos del PP y de Coalición y presentar una moción de censura a Eva de Anta para poner a Ástrid Pérez en su lugar. Anhelo que parece seguir persiguiendo Ástrid de un modo indisimulado. Cerrada esa posibilidad, o complicada todavía más, la presidenta del Partido Popular y parlamentaria regional tendría un precioso tiempo libre en su agenda: el que pensaba dedicar a la alcaldía. Al margen de las ideas que personalmente pueda tener para llenar su ocio, desde este Top Secret, y desinteresadamente, le ofrecemos algunas. Por ejemplo: promotora de espectáculos. Una vez que el senador por Lanzarote, Joel Delgado, también del PP, ha caído en la cuenta de que no puede estar en la Cámara Alta y organizar shows humorísticos pagados con dinero público, la plaza queda vacante. Desconocemos si el Parlamento de Canarias también presenta idéntica incompatibilidad pero, aunque así fuera y por una vez, haciendo como que no se ha enterado, la no alcaldesa podría organizar un show con cómicos, cantantes, titiriteros o malabaristas. Cualquier actividad menos la de cuentacuentos, porque en el gremio están enojados con ellos por competencia desleal.
 
Botado ahí al lado
Y ya que salió el tema del caso Joel Delgado. ¿Han leído la nota de apoyo que el Partido Popular ha enviado a los medios de comunicación? ¿No? No se preocupen. No la han leído porque no existe. Pese a que Delgado es el secretario general del Partido Popular de Lanzarote y su cargo público más importante, en el PP conejero ni se han molestado en defenderlo públicamente. Lo dejaron botado ahí, al lado. Entre la que está cayendo a nivel nacional y en Canarias con las encuestas, las estrategias a nivel insular con el pacto con quien ponían a parir hasta el otro día, la impotencia de darse contra un muro en Arrecife y la ola de Ciudadanos, que amenaza con derivar en tsunami, en el Partido Popular no están para muchas alegrías. Sólo les faltaba que su secretario general, que despierta tanta simpatía en unos sectores de los conservadores, como desafecto en otros, se hiciera el despistado con el tema del show humorístico y posteriormente tratara de arreglarlo moviendo desesperadamente las piernas en medio de las arenas movedizas en las que ha caído. Puede que una dimisión de Delgado activara a los desencantados y dieran una última oportunidad a su partido. Pero el joven senador no parece por la labor de protagonizar un acto de semejante generosidad. Ni aunque se lo pida Madrid, que por lo visto están que dan saltos de contento con el innecesario ruido de 'ese chico de provincias'.

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