Top Secret, 13 de octubre de 2020

No se va

No se va

El bicho sigue ahí afuera, agazapado y esperando trincarte. Si puede, con la idea de mandarte a la tumba sin una gota de aire en tus pulmones. Este último fin de semana largo ha servido para que la tendencia a la baja que presentaban los casos detectados en la isla se haya revertido. Hemos tardado semanas en bajar de lo que llaman barrera sicológica, y que aquí hemos establecido en los cien casos activos —llegó a haber quinientos y pico— y como esto siga así, en pocas horas volveremos a estar por arriba de esa cifra.  Porque esto no para. En la primera ola era muy habitual pasar semanas enteras sin ningún nuevo caso. Ahora es algo extraordinario. La pasada semana hubo un día de cero nuevos contagios, pero fue la excepción. La curva vuelve a crecer. Y puede que la mayoría nos estemos preguntando: ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Nos estamos relajando? Parece claro que la vuelta a las aulas ha sido infinitamente más tranquila que lo que auguraban las voces pesimistas. Aún así ha habido algún caso. Irrelevante, estadísticamente.

Brotes

Los jóvenes ya se han ido a sus respectivas universidades, con lo que no suman. Mal que nos pese —y cómo— no hay guiris en la isla. No al menos de los que etiquetamos como ‘turistas’. ¿Qué nos queda? Núcleos familiares y, en menor medida porque el tema está como está, laborales. Los dos últimos brotes conocidos en la isla son tras sendas reuniones familiares. Así que tenemos ya una buena pista de lo que estamos haciendo mal. De uno de esos encuentros se derivaron seis positivos. De otro, siete. Trece en total. Para que podamos hablar de ‘brote’ es preciso que se den más de tres casos asociados que supongan contagio en un mismo lugar. Lo más sencillo sería ahora resaltar la irresponsabilidad que supone no guardar las medidas que se recomiendan —mascarilla, distancia, higiene— y empezar a criticar a los miembros de esas familias.

Responsabilidad

Una reunión familiar no es siempre sinónimo de fiesta. Con lo que no debemos sacar conclusiones precipitadas. Sí cabe, sin embargo, insistir de nuevo en que esto no es un juego. Un esperar a que pase la pandemia o a que la vacuna lo arregle todo. Lo primero no tiene pinta de que ocurra pronto. Lo segundo, tampoco. Así que sólo nos tenemos a nosotros mismos. O nada menos que eso. Debemos vivir con las medidas que nos protegen, no son opcionales. Una conversación entre dos personas este fin de semana acerca de una de ellas, la mascarilla. Que, o protege algo o mucho, o no protege. No caben más opciones los negacionistas, ya saben, hablan de lo absurdo que es llevarla porque no protege. Sin embargo, algo de protección sí debe dar. Uno de los debatientes puso a los cirujanos como ejemplo. Si la mascarilla no protegiera nada, ¿a qué usarla por mucho que al que tienen enfrente esté abierto en canal? Si no protege, no protege. Y si la llevan es porque algún efecto hace. Lo cual ya es más que no llevar nada.

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