Nacional catolicismo

El franquismo se reinventa en la frágil y tutelada democracia española. Y recurre a los mecanismos que ofrece la misma democracia para aferrarse a su doctrina, adaptar su credo y sobrevivir. Incomprensiblemente, lo han conseguido la familia del dictador y la fundación que lleva su nombre, y quedan inmunes e impunes los crímenes cometidos durante la dictadura. Del posible advenimiento de la III República ni hablamos. Pero, sintiéndose dueños absolutos del Estado, eso que llaman España, los herederos del franquismo quieren más. Un paraíso de la genuflexión en la Tierra.
 
Vino otra ola renovada de dios, patria y rey. Y va a más. Para echarse a correr y no parar. Una de nacionalcatolicismo del siglo XXI, más sofisticado, aunque basado en rancios cánticos, mano dura, curas fachas y escuela ideologizada para meter en cintura a los opositores y, sobre todo, para crear cantera, porque se les agota y los cuadros se les han envejecido. La hegemonía de la iglesia católica en todos los aspectos de la vida es un elemento central de este dominio de la excomunión y miedo al infierno. Una iglesia católica que goza de unos privilegios impensables en cualquier otro país europeo avanzado a cambio de legitimar al régimen. El del PP en este caso. Y, ambos, juntos, una unidad de destino…

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