Ministerio de Educación y FP: una denominación cuestionable

Ministerio de Educación y FP: una denominación cuestionable

Los gestos y las intenciones son importantes. También las formas y el fondo. De todo ha habido en el nuevo Gobierno, pues son muchos los gestos que marcan diferencias con todos sus predecesores.
 
La denominación como Ministerio de Educación y Formación Profesional del nuevo gobierno del PSOE supone visibilizar unas enseñanzas que, en toda Europa, cuenta con grandes posibilidades de formar a la ciudadanía y de traducirlo en unos altos índices de inserción laboral. Aunque a la población española estos estudios parecen generarle ronchas por una carga de prejuicios que le conducen a creer que falta lustre y distinción a los mismos.
 
Por tanto, es una iniciativa rompedora y necesaria, mucho. Si no fuera porque, para curarse en salud, no hayan echado mano de los textos legislativos en materia de Educación aprobados desde el año 1990, LOGSE, LOE y LOMCE, o porque se apresuraran a dotar de gestos la escenografía pública.
 
En ellos, en las leyes, se estructura el sistema educativo de tal manera que la formación profesional no es el conjunto de enseñanzas profesionales que se pueden impartir en el Estado Español, sino que una de las enseñanzas profesionales existentes dentro del sistema educativo. O sea, que en la FP no están todas. Otras enseñanzas profesionales son los ciclos de grado medio y superior de artes plásticas y diseño y las enseñanzas profesionales de música y danza.
 
La denominación del Ministerio tiene, por tanto, algunas lecturas posibles, siendo una de ellas que se desee potenciar exclusivamente la formación profesional y excluir a las restantes. O que consideren el término formación profesional como un genérico que englobe a todas las enseñanzas profesionales, esto es, la FP y las antes mencionadas, lo cual supondría un error que se enmienda leyendo los textos legislativos. O que hayan olvidado que existen en la Ley otras enseñanzas profesionales en las que no han parecido reparar, lo cual tendría su enjundia.
 
¿Por qué no denominarlo Ministerio de Educación y crear las direcciones generales oportunas? La denominación resulta, además, excluyente para la universidad, para las enseñanzas superiores no universitarias, para la música, para las artes escénicas y de idiomas, para la danza y las artes plásticas... Y, por tanto, parece una aparente metedura de pata surgida de la necesidad de gestos para la galería, impropia de un partido con la trayectoria de compromiso con la educación como es el PSOE. Y tanto que lo lamento.

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