Top Secret, 19 de octubre de 2018

Miedo

Miedo
El miedo es libre. Es una de las llamadas emociones básicas, así que no elegimos cuándo vamos a tenerlo. Pero sí está en nuestras manos tratar de controlarlo. Y en las de quienes están obligados a no añadir angustia a nuestros miedos. ¿A qué viene esto? Los vecinos de Yaiza hace unos días y de La Santa en la actualidad se han visto súbitamente sorprendidos por la compañía de numerosos jóvenes llegados del vecino continente africano que han cruzado esta parte del Atlántico, casi siempre en condiciones penosas y pagando un alto precio, con el fin de buscarse una mejor vida. A veces, simplemente, una vida. Muchos de estos vecinos han sentido cierta inquietud. Alguno, directamente, miedo. ¿Miedo a qué? Miedo a lo desconocido, a qué les puede pasar a ellos directamente y a cómo puede cambiar su día a día cotidiano a partir de tal situación. ¿Tienen razón en sentir miedo? Probablemente no, pero tienen derecho a ello. Esos mismos temerosos vecinos, si les surge la ocasión, o la necesidad, de emigrar a otros lugares de distinta cultura, con absoluta seguridad se mostrarían comprensivos con el miedo que su nuevo vecindario sentiría hacia ellos. Ya hemos dicho que el miedo es libre. Aparece sin que tú te lo esperes y, en este caso además, sin que nadie, de modo voluntario, te haga tener razones para ello.
 
Irresponsables
En ocasiones hemos dejado escrito aquí mismo que el ejercicio de un cargo público, per se, no te incrementa la materia gris, que viene a ser la capacidad de pensar o razonar. Pero están obligados, como líderes, a tener una responsabilidad mayor que el resto. Un presidente, un alcalde, un director... un líder, en definitiva, es aquel que ejerce una mayor influencia en los demás y se espera que la influencia sea positiva, como es lógico. De otro modo, el líder empresarial manda su negocio proa al marisco igual que el líder político hunde a su partido en la miseria o lleva a su pueblo a la ruina. Del líder se espera que genere confianza, que motive, que incentive... que trate de quitar miedos. Se espera de él que sea el primero de los valientes, no de los cobardes. El miedo también puede aparecer en el líder, pero a diferencia de sus seguidores él tiene la obligación de esconderlo y calmar los ánimos de los que han confiado en él.
 
Los votos
Hay muchos tipos de líderes: autocrático, carismático, burocrático, participativo... entre otros. Todos con el denominador común de que quien tira del carro es el líder. Él marca, de distinto modo, el camino a seguir. Ocurre luego, en la política, que está el líder populista. No marca ningún camino. Regala oídos. Dice a sus seguidores lo que estos desean escuchar en cada momento. No calma ánimos, sino que alienta miedos, temores, incertidumbres... Asegura que es ponerse del lado del pueblo. Y puede que sea así. Pero lo que se espera del líder es que se ponga al frente del pueblo. Que no es lo mismo. Y si sus planteamientos coinciden con los de la mayoría, razón de mas. “Mi pueblo y yo al frente, pensamos esto y aquello”. Asumir responsabilidades, aunque a veces conlleven críticas. Si hubiera alguna vara de medir la dignidad humana, esta daría más valor a la preservación de principios que a trescientos votos. Sin duda.

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