Top Secret, 25 de julio de 2018

Manrique y Arrecife

Manrique y Arrecife
El Ayuntamiento de Arrecife debatirá próximamente si designar a César Manrique Hijo Predilecto de la ciudad que le vio nacer. Si no lo encharca la política, claro. Que no sería la primera vez que ocurre. El propio Manrique fue víctima de la mediocridad política cuando el Cabildo de Lanzarote de finales de los ochenta del siglo pasado quiso nombrarle Hijo Predilecto de la isla sin conseguirlo, ni a la primera ni a la segunda. Sólo después de su muerte fue posible. Para mayor vergüenza de quien la tenga, que no era el caso, precisamente, de muchos de nuestros representantes públicos de la época. En esta ocasión es el Ayuntamiento de la capital quien lo propone y ya se empiezan a escuchar los primeros “sí, pero” por parte de algunos de los restantes partidos. Y esto tiene pinta de que sólo puede empeorar. La primera excusa que se buscó para “mostrar el acuerdo” fue que lo de Hijo Predilecto está muy bien, pero poner en valor la obra del artista en Arrecife estaría mejor. La segunda, más reciente. De ayer mismo. A raíz de la reunión de la alcaldesa, Eva de Anta, con el presidente de la Fundación César Manrique, José Juan Ramírez. Querían ir todos los portavoces. Alguno no puede ni ver a la Fundación, implacable frente a determinadas políticas, pero eso es lo de menos. Una foto con el presidente de la prestigiosa institución cultural vale oro en estos tiempos de tuiteres y feisbuques.
 
Fueron los celos
Lo ideal es que dejaran a César Manrique en paz. Y, en todo caso, si quisieran hacer algo como consecuencia del enorme respeto a su memoria y lo mucho que lo quisieron en vida, deberían antes contestar a una pregunta: ¿Por qué lo quieren tanto, todos, que están de acuerdo en nombrarlo Hijo Predilecto de Arrecife y, más allá, movilizar al mundo entero para los actos del Centenario? ¿Acaso porque Manrique fue alto, guapo y rubio? ¿O quizá porque nos cautivó su mensaje y su obra? Si eligen responder a la primera pregunta, tienen un problema que se cura con pastillas. Así que convendremos que cualquiera en sus cabales pide honrar a Manrique por su obra y por su mensaje. La Fundación que lleva su nombre es la legítima depositaria de ambas cosas. Ninguno de sus miembros es sospechoso de no haber conocido, como pocos, al Manrique artista y al César activista.  Y su filosofía siempre estuvo clara. No hay ninguna duda al respecto. Nunca la ha habido y, desde esa premisa, la Fundación César Manrique siempre ha obrado conforme se espera de ella. No cabe alinearse con el pensamiento de César y despreciar a quien lo conserva, defiende y divulga por propia decisión del artista. 
 
Obrar en consecuencia
A Manrique hay que nombrarlo Hijo Predilecto de Arrecife con el menor ruido y la mejor música posible. Y después, en el primer pleno que haya, que se despedacen entre ellos, a ver quién queda de  pie en las próximas elecciones. Y lo mismo con el Centenario. Y si, en efecto, quieren a César por lo que hizo y por cómo pensaba, todavía están a tiempo de corregir muchas políticas y ponerse en línea con su filosofía. Ahora que el debate de las carreteras aflora y nos hemos dado cuenta del lío que formamos permitiendo separar pueblos y barrios. Hay dos opciones: o soterramos carreteras y recuperamos la superficie para disfrute ciudadano (plazas, ramblas, bulevares...) o las convertimos en ramblas o bulevares y hacemos unas cuantas carreteras nuevas circunvalando pueblos y barrios. Consumiendo territorio. Pegándole más bocados al Lanzarote que nos va quedando. ¿Ustedes qué opinan? ¿Qué sería más respetuoso con el pensamiento de Manrique? Dicho esto. ¿Ustedes qué creen que elegirán los políticos que preparan reconocimientos y homenajes a Manrique? Y todavía hay quién se pregunta el por qué de tanto desapego entre política y ciudadanía.

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