Opinión

Los modales del bipartidismo

Los modales del bipartidismo

La recuperación en curso de la economía española, después de la profunda crisis que hemos vivido a lo largo de casi una década, no ha sido un freno a la confrontación política en España. El punto álgido llegó con el fallo de la sentencia del caso Gürtel y la presentación de la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy. A ninguno le ha interesado priorizar el interés general del país, ni a quien se aferraba al cargo ni a quien movió ficha para sustituirle.
 
Los momentos políticos que se viven en el Estado son críticos ante la amenaza rupturista que llega desde Cataluña. La recuperación económica aún no nos ha devuelto los parámetros de bienestar que disfrutábamos antes del 2008 y la estabilidad política es uno de los factores que determinantes en la consecución de ese objetivo. Estas poderosas razones no han evitado que los dos partidos con más responsabilidades contraídas ante los ciudadanos -PP y PSOE- se desviaran ni un milímetro de su hoja de ruta partidaria: el PP aferrándose al poder como si no pasara nada y el PSOE aprovechando el momento para conseguir el poder que no le han dado los ciudadanos en las urnas.
 
El mismo día -y casi a la misma hora- que en el Congreso de los Diputados Rajoy y Sánchez libraban su particular duelo partidario sin hacer ninguna concesión al bien común de todos los españoles, en la Ciudad Deportiva de Valdebebas, Zinedine Zidane anunciaba su renuncia al cargo de entrenador del Real Madrid. Mi equipo peninsular es el Atlético de Madrid, por lo tanto no le tengo ninguna simpatía al Real Madrid.
 
Mi escasa -más bien nula- simpatía con el equipo blanco no es un obstáculo para reconocer mi admiración por el talante y saber estar de un caballero del deporte como es Zinadine Zidane. Después de dos años y medio irrepetibles como entrenador del Real Madrid, Zidane anunció su renuncia al cargo. Cinco días después de haber conseguido la tercera Champions consecutiva y nueve títulos, el entrenador francés dice adiós en este nuevo ciclo como entrenador del primer equipo.
 
Los éxitos deportivos suelen endiosar a los actores que son partícipes de los mismos: directivos, entrenadores o jugadores. Muchos de ellos viven los momentos de gloria que da el deporte como si fueran una suerte de superhombres y proyectan una imagen poco edificante para los aficionados, especialmente para los niños. Por ello siempre me ha llamado la atención los modales, las respuestas a los medios de comunicación y la manera de quitarle trascendencia al juego que ha proyectado Zidane.
 
En el deporte en general -en el fútbol en particular- intervienen una serie de factores vinculados con los aciertos y errores arbitrales y con la suerte. Hay que reconocer que ambos han sido unos buenos aliados de Zidane en esta etapa que acaba de culminar de entrenador del Real Madrid. Demuestra sabiduría e inteligencia el francés cuando dice que es necesario un cambio en la dirección deportiva del club de Chamartín para garantizar la continuidad exitosa del equipo. Sabiduría, porque sabe Zidane que es muy difícil prolongar de forma continuada los éxitos cosechados en estos últimos casi tres años. Inteligencia, porque sale por la puerta grande dejando detrás una afición y una entidad que le quiere, valora y respeta.

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