Lo que le pasa a Astrid

Con franqueza, yo le habría dado los 300 días que pide la nueva alcaldesa antes de que su labor al frente del Ayuntamiento fuera sometida al escrutinio público. Es lo justo, dar tiempo a valorar la dirección que toman sus propuestas y decisiones sobre la ciudad. Eso, si no hubiera hablado tan claro. Dado que su talante no parece haber variado —y ya nos habría gustado—, porque su rol ahora no es el de reivindicativa jefa de la oposición, sino el de alcaldesa de todos, nos está invitando a poner en tela de juicio las intenciones que públicamente manifiesta, así, de pronto, de tan claro que lo tiene. Sin escuchar a nadie, sin encomendarse a nadie, y no sé ni si a sus socios y aliados.
 
La alcaldesa anuncia que sabe que el borrador de Plan General de Ordenación de Arrecife que pergeñó Coalición Canaria es un mal documento. Se hizo a espaldas del Ayuntamiento, pero tenemos que agradecer al entonces alcalde, Manuel Fajardo Feo, que pusiera una condición que evitó su aprobación sin escuchar al gobierno municipal, que era lo que querían hacer. Ese borrador favorece a algunos y no da las respuestas que la ciudad demanda, y la ciudad no son cuatro piezas de suelo, es toda la maraña de calles que conforman los distintos barrios. Aun así, Astrid Pérez prefiere este borrador de Plan General y, sin rubor, no se corta en apostar por un mal Plan que por ninguno. Ahí no ha estado fina, porque Arrecife sí cuenta con Plan General desde hace más de cincuenta años y que ha sido revisado en varias ocasiones, la última en 2004; otra cosa es que reniegue de él porque no convenga a sus intereses, que a saber en qué dirección van. 
 
Astrid va a pelear por su compromiso electoral, pero desearía que su prudencia fuera el punto de cohesión
Y claro, no sólo prefiere un mal Plan, al que así se refiere, sino que a continuación lo califica de "todo lo contrario". De Astrid, no creo que sus afirmaciones sean fruto del atropello; más bien es víctima de sus cálculos, compromisos y de su hipoteca. Propone hacer una aprobación inicial, lo cual resulta muy hábil, porque aunque luego invita a la ciudadanía y a otras entidades a la presentación de alegaciones tras esa aprobación inicial, quienes tenemos memoria de procedimientos similares, sabemos que en ese periodo, con el Plan aprobado inicialmente, el alcalde de turno estimará lo que le venga en gana. Así con esa crudeza, y no estimará lo que no convenga a su política, a sus compromisos ni a las servidumbres con terceros. Además, al tratarse de un Plan Supletorio, se reducen los trámites y sólo contempla aprobación inicial y aprobación definitiva; ni siquiera hay obligación de contestar las alegaciones.
 
Reclamo la atención de la ciudadanía para que nos metan un mínimo de goles —y este parece uno— y que demande el mejor borrador posible de un nuevo Plan General, a  sabiendas de que una vez aprobado inicialmente nos mandarán a hacer gárgaras. Como de Coalición no espero nada en asuntos urbanísticos, reclamo al PSOE atención, una exquisita atención, y que, sin que tenga que poner vigilancia a la alcaldesa, pues ha de tener su  margen de autonomía, esta no puede pasar por medrar para el logro de algunos intereses convenientes a situaciones que no merece poner en evidencia ni adelantar.
 
Astrid va a pelear legítimamente por su compromiso electoral, pero desearía que su prudencia fuera el punto de cohesión de quienes asistimos perplejos a la degradación del escenario público. Reconozco la falta de iniciativa de su predecesora, a la que nunca le cupo la ciudad en la cabeza, pero ni cien días necesito para saber lo que le espera a esta ciudad con la nueva alcaldesa, porque acaso estemos condenados a este permanente día de la marmota...

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