Top Secret, 20 de febrero de 2018

Leticia y la unidad

Leticia y la unidad
Quién sabe si de no mediar Leticia Padilla, Tanausú Hernández (Tana) continuaría siendo un joven preso en su propio hogar. Víctima de las limitaciones de la mente humana, mucho más poderosas y dañinas que cualesquiera otras. Tana está afectado por una tetraplejia medular desde que se lanzara de cabeza al agua un mal día de agosto de 2010. Ocho meses y varias operaciones después, regresaba a su casa, un segundo piso de un pequeño bloque en el barrio marinero de Valterra. Y ahí empezó su segundo calvario. El joven, de carácter vitalista, se sobrepuso a su accidente. Las secuelas físicas de por vida no iban a provocar un enclaustramiento voluntario. Sin embargo, con el paso del tiempo, se toparía con la aburrida burocracia institucional y el poco amor a su trabajo de un par o tres de funcionarios públicos. Amén de la cerrazón vecinal de alguien a quien parece que le molesta lo mismo un elevador junto a su puerta que la felicidad de un semejante. Porque Tana ahora disfruta de la felicidad del que es libre. Dependiente para muchas tareas cotidianas, como el comer o el vestirse, ha dejado de serlo ya para desplazarse por sus propios medios. Pero para que llegara este día (el sábado salió por primera vez) han tenido que pasar muchos meses. Demasiados.
 
La vecina
La familia de Tana al principio cargaba con él y, escaleras arriba, escaleras abajo, lograba sacarlo de casa y regresarlo. Pero llegó un momento que ya no podían con el chico. Y entre las cosas que se perdió al no poder rodar con su silla de ruedas por las aceras de la isla, figuraban las sesiones de rehabilitación. Fundamentales, en su caso. Así que iniciaron los trámites para obtener permiso de instalación de un elevador. Pero se toparon con una vecina que nones y un ayuntamiento de Arrecife que se venció a la primera. “Es imposible”, le dijeron. Y adiós muy buenas. Pero cuando uno está en la situación de Tana, no es fácil vencerse. Ni es aconsejable. Así que perseveró hasta que un día tropezó con el perfil Facebook de la gente de Podemos en Arrecife. Y entre esa gente, una persona que ha resultado fundamental en todo este proceso: Leticia Padilla. La joven activista, que lo mismo encabeza la lucha contra la cesta de la compra que se patea la ciudad a la busca de viviendas vacías para solucionar problemas de no pocas familias, 'cargó' con el caso Tana. Evidentemente con el mismo resultado: imposible y adiós muy buenas. Pero Leticia tampoco se rindió. Un buen modo de ejercer la política es no venirse abajo ante la primera adversidad.
 
La comunidad
Es cierto que la institución capitalina sí ayudó a la familia de Tana, pero a su manera: 10.000 euros de ayuda para que instalaran el elevador. Pero la gente, en muchas ocasiones, precisa más que dinero. Si la vecina opositora tenía las de ganar, o no, era cuestión de interpretaciones jurídicas. Y Podemos las halló positivas allá donde el ayuntamiento sólo logró respuestas contrarias. Ahora sabemos que no buscó lo suficiente.Y con la luz jurídica encendida en verde, Leticia tocó en la puerta del concejal de Urbanismo, Samuel Martín, y hubo respuesta; y luego en la del presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, y también la obtuvo. Uno, el primero, con proyectos y papeleos. Otro, el segundo, ampliando la ayuda porque el paso del tiempo encareció la obra. Así, con la razón de su lado y un trabajo incesante, de día a día, hoy, mañana, pasado.... desde la política se consiguió lo que en un principio era un no rotundo. Ayer, Leticia Padilla, de Podemos, dio públicamente las gracias a través de las redes sociales, a Martín y San Ginés, de Coalición Canaria. Y estos han respondido reconociéndole los méritos. A veces, la política da sorpresas como esta. Lo triste es que sea noticia por constituir la excepción.

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