Las cuentas de los CACT

Un buen día, en los años sesenta, empezamos a contar el número de turistas que llegaban a la isla por vía aérea porque más era mejor. En aquella época era lógico, porque cada turista era un tesoro y había que salir del atraso y la pobreza como fuera. Cada turista más era un signo de esperanza. Al poco comenzó el conteo de los turistas que entraban a los Centros Turísticos y, con el paso de los años, todo se redujo a sumar, mes a mes, año a año, cuando más había dejado de ser mejor y las meras cifras se quedaron vacías de contenido: no significaban nada. Pero, puntualmente, al concluir cada mes, los Centros seguían emitiendo su tedioso y hueco parte informativo: el mes pasado entraron no sé cuántos visitantes más que en igual mes del año anterior.       
 
Mientras tanto, y muy especialmente en la última década, mermaba progresivamente la calidad de la visita, se miraba para otro lado cuando alguien preguntaba por la capacidad de carga de Montañas del Fuego o Jameos del Agua, la conservación de la obra de César Manrique se encontraba cada vez más comprometida y casi todo se reducía al ordeño y mando. Sí, ordeño. Pero, parece que eso ya se acabó, ya que el consejero delegado del ente público, Benjamín Perdomo, ha afirmado: “Hemos dejado de contar turistas para buscar la rentabilidad de quienes nos visitan mediante una propuesta que rescata y pone en valor la obra de Manrique y el patrimonio etnográfico de la isla”. Por fin se quiebra una dinámica absurda y se ponen los sentidos donde se debe.

Comentarios