Las bicis no son para el confinamiento

Las bicis no son para el confinamiento

Nos estábamos preguntando por qué las bicicletas han sido confinadas junto a las personas y en eso llega el día informal de la bicicleta —hoy, 19 de abril, frente al 3 de junio, que es el Día Mundial oficial para las Naciones Unidas— para postularse como alternativa al transporte colectivo con el reinicio de la actividad empresarial. ¡En plena primavera! El debate no ha aguantado ni un solo asalto, y en los próximos días veremos cómo las bicicletas se van a ir adueñando del espacio público. Es un medio de transporte sostenible, saludable, divertido, individual y que mantiene la distancia social.
 
El uso de la bicicleta mejora la capacidad respiratoria y fortalece el sistema inmunitario, haciendo a las personas que la usan más resistentes a las infecciones, y está comprobado estadísticamente que las personas que van en bicicleta a trabajar sufren menos episodios de bajas laborales. Así que ya tenemos tratamiento preventivo contra la COVID-19, y, además, como después de la epidemia habrá un rechazo colectivo a los transportes públicos, el uso de la bicicleta viene caído del cielo para mantener las medidas de distanciamiento social cuando acabe el confinamiento. 
Bicis, peatones y árboles, una combinación ideal
 
A diferencia de otros medios de transporte, la bicicleta permite desplazarse de manera muy eficiente, sin que se produzca las inevitables aglomeraciones de personas propia del transporte público, tan peligrosas en estos tiempos. Por eso, la bici es providencial en esta época convulsa y, de paso, contribuye a combatir las emisiones contaminantes a la atmósfera y el cambio climático. Reducción de ruidos aparte, las bicis ocupan menos espacio público al circular y cuando están aparcadas, por lo que son adecuadas para una movilidad respetuosa con el medio ambiente.
 
Pero faltan algunas tareas por hacer. Primero, muchas administraciones públicas deben contemplar la utilización de este vehículo como una forma esencial de transporte y no como una manifestación de ocio, por lo que deben habilitarse carriles que no compitan con los peatones por el espacio público, sino con los coches. Y, de paso, implantar servicios de bicicleta pública allá donde no lo haya, como sucede en Arrecife. Se estima que una ciudad está abastecida en bicicletas de alquiler cuando hay unas 30 por cada mil habitantes, así que cabrían unas 1.800 en Arrecife. Bicis, peatones y árboles, una combinación ideal.

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