La protección de la naturaleza en Lanzarote, una labor de todos y todas

El 18 de octubre se celebra una parte de la propuesta de César Manrique en su obra pública y que denominó arte-naturaleza/naturaleza-arte. Es una forma de verlo, ya que hoy se conmemora el Día Mundial de Protección de la Naturaleza, la protección del conjunto de todo lo que existe. A mediados de los años sesenta del siglo XX y junto al Cabildo, Manrique impulsa en Lanzarote un conjunto de acciones e intervenciones, novedosas para la época, dirigidas a poner en valor el paisaje y los atractivos naturales de la isla, donde plasma su pensamiento plástico y ético. 

 

El artista elaboró un nuevo ideario estético, al que llamó arte-naturaleza/naturaleza-arte, que es un ejemplo singular de arte público en nuestro país. Desde entonces, ambos términos forman parte de la vida cotidiana de la población de la isla, aunque con bastantes sobresaltos, todo sea dicho. Aquellas intervenciones forman parte de los Centros de Arte, Cultura y Turismo, un ente que ha incorporado a su denominación tan solo una parte conceptual del ideario manriqueño —arte, cultura—, olvidándose de la otra —naturaleza—. La permanencia del vocablo turismo es redundante. Sobra.

 

El caso es que el Día Mundial de Protección de la Naturaleza fue instaurado por las Naciones Unidas para conseguir un planeta más sostenible. Para ello, la herramienta que está en vigor es la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que persigue que los países obtengan su desarrollo sin afectar la naturaleza y más bien aprovechando los recursos renovables. La Agenda 2030 es un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Pero, ¿cómo se concreta eso en Lanzarote? Se está en ello.

 

La protección de la naturaleza no compete en exclusiva a las organizaciones ambientalistas y ecologistas, de las que, por cierto, muy poco se sabe en Lanzarote. El cuidado de los ecosistemas y de la biodiversidad es responsabilidad de todos los seres humanos, pero para ello es imprescindible la aplicación de políticas ambientales correctas por parte de las instituciones públicas. El objetivo básico de estas políticas es anticipar los riesgos y prevenir los daños, proteger los espacios naturales, la flora y la fauna, y dirigir esfuerzos para que el desarrollo económico y social sea compatible con la protección del entorno.

 

Todo indica que la humanidad está abusando de la capacidad del planeta para abastecernos, pero todavía se está a tiempo de tomar las medidas oportunas para construir un futuro basado en el uso y consumo sostenible de los recursos naturales. Lo que hay que hacer lo sabe todo el mundo: utilizar fuentes energéticas renovables, reciclar y reutilizar el plástico y todo aquel material de desecho con el cual se puedan crear nuevos productos, hacerle un mantenimiento regular al coche o cambiarlo por uno que use energía eléctrica solar, promover un urbanismo verde, llevar bolsas de compras ecológicas o reducir nuestra huella de carbono.