ANÁLISIS

La isla ante el cambio climático, una asignatura pendiente

Con la entrada en vigor del Acuerdo de París contra el cambio climático, el mundo trata de combatir decididamente el calentamiento global del planeta. Pero, ¿se está haciendo lo suficiente en Lanzarote?

La isla ante el cambio climático, una asignatura pendiente

Mientras el sol cascaba, el viento soplaba y las olas batían, en 2015 se descargaron más de 400.000 toneladas de combustibles en el Puerto de Arrecife. La energía eléctrica que suministra a empresas y hogares se produce con derivados del petróleo, y lo mismo sucede con el agua, que se produce quemando combustibles fósiles. La presencia de energía solar y eólica sigue siendo testimonial.
 
La isla depende energéticamente del exterior en un 97 por ciento. De las más de 400.000 toneladas de combustibles importados, el 45 por ciento se consume en la producción de electricidad. Y de este porcentaje, la mitad se destina a la desalación de agua de mar.
 
Piensa globalmente, pero actúa localmente. Ahora más que nunca, este extendido lema es de aplicación a la Reserva de la Biosfera de Lanzarote, tras la entrada en vigor del Acuerdo de París contra el cambio climático el pasado 4 de noviembre. El interrogante afecta al conjunto de la población: ¿qué se hace desde la isla para frenar el calentamiento global del planeta? Dicho de otro modo, ¿qué estamos haciendo para cambiar el mundo desde aquí? 
 
“Siendo voluntario el compromiso de Lanzarote con la Biosfera, la isla no puede ni debe esperar a ver qué hacen los demás”
 
Tras ser ratificado por casi cien países que suponen más de la mitad de las emisiones mundiales, el Acuerdo de París contra el cambio climático trata de hacer los deberes para luchar contra el calentamiento global del planeta.
 
La meta del Acuerdo de París es que el aumento medio de la temperatura del planeta se quede muy por debajo de los dos grados centígrados en la segunda mitad del siglo en curso. Para ello, los países firmantes se han propuesto reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Este compromiso se ha visto ensombrecido, no obstante, con la elección de Donald Trump, quien en campaña ha dicho que no cree en el cambio climático y que no está dispuesto a ratificar el pacto de París.
 
Los gases de efecto invernadero son aquellos cuya presencia en la atmósfera contribuye al aumento de la temperatura de la superficie de La Tierra. El uso intensivo de combustibles fósiles en las actividades industriales y el transporte es el principal causante de esta situación, que ha llevado a la humanidad ante una encrucijada.
 
Las medidas empezarán a aplicarse a partir de 2020. Pero es cada país el que discrecionalmente se impone su meta de reducción. El mensaje es claro: siendo voluntario el compromiso de Lanzarote con la Biosfera, la isla no puede ni debe esperar a ver qué hacen los demás. Es tiempo de recortes drásticos, pero no en sanidad o en educación, sino en la actual civilización dependiente del petróleo.
 
“Es incomprensible que Canarias se encuentre en tal situación a pesar de que abundan las horas de sol, viento, recursos geotérmicos y energías marinas”
 
El punto de partida no es nada satisfactorio. El nivel de emisiones de carbono en las Islas es de 800 gramos, mientras la media en España está en 300. Es decir, el Archipiélago supera la media en emisiones CO2 de España y tiene uno de los mayores niveles de emisiones de carbono de toda la Unión Europea.
 
Resulta incomprensible que un territorio como Canarias se encuentre en tal situación a pesar de que abundan las horas de sol, viento, recursos geotérmicos y energías marinas. La gran paradoja es que el paraíso potencial de las energías limpias, baratas y renovables siga teniendo un 97 o ciento de dependencia de las energías fósiles. Alguien no ha hecho sus deberes, es obvio.
 
Lanzarote emite una media de 75 toneladas/horas de CO2, mientras que los más de diez mil vehículos a motor queman gases de efecto de invernadero en sus innumerables idas y venidas. La media de emisiones de los automóviles españoles ronda los 120 gramos por kilómetro. Muy elevada.
 
Afortunadamente, el panorama será menos sombrío cuando entren en funcionamiento de los nuevos y potentes aerogeneradores instalados en Punta Grande, con los que dejarán de emitirse 4.200 toneladas de CO2 al año. Ello permitirá reducir la factura progresivamente energética procedente del petróleo. Hasta 2020, el 20 por ciento de la energía consumida en la isla puede llegar a proceder de las alternativas.
 
¿Carriles bici? ¿Zonas peatonales? ¿Transporte público? ¿Plantación masiva de árboles? ¿Vehículos eléctricos? ¿Placas solares en las azoteas? ¿Aerogeneradores? Lanzarote dijo no al petróleo alto y claro, pero le falta cumplir la otra mitad de su compromiso, un sí rotundo a las energías limpias mediante un cambio de modelo mucho menos dependiente del exterior.

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