La fachada de la Casa de la Cultura ‘Agustín de La Hoz’

La fachada de la Casa de la Cultura ‘Agustín de La Hoz’

Felizmente, tras doce años de cierre por la dilatación de las obras de restauración del inmueble, la Casa de la Cultura ‘Agustín de La Hoz’, reabre sus puertas el jueves, 21 de septiembre. Las obras han pretendido reparar los daños sufridos en el centenario inmueble, así como adaptarlo y dotar de infraestructuras necesarias para el fin al que había sido destinado como Casa de la Cultura, que, desde el año 1989, lleva el nombre del escritor nacido en Arrecife. Pilar, su viuda, y su hija Nereida estarán de enhorabuena al volver a escuchar el nombre del escritor en boca de los usuarios, un tanto silenciado tras este impasse de más de una década.

No sólo se recupera un edificio necesario para la comunidad, sino que se rehabilita la memoria de Agustín de la Hoz, y, lo que es objeto de esta nota, el edificio devuelve una imagen que ninguna persona podrá recordar, pues ni tan siquiera aparece plasmada en una vieja placa fotográfica. Ni fotografías, ni viejos documentos lo certifican. La actual imagen guarnecida en sus dos fachadas por un ornamento a modo de sillares de color gris, es la que corresponde a la época de construcción de la casa, y la misma simula una perspectiva que eleva visualmente sobre el plano de fachada esa falsa cantería.
 
Hoy es la mejor fachada de la ciudad y una de las mejores de la isla. Sin inventos
 
Durante los siglos XVIII y XIX, la arquitectura insular mostraba una imagen alejada de los tópicos extendidos a lo largo del XX, y es a finales del XIX, antes de que una fotografía recogiera esa imagen, cuando la decoración desapareció bajo capas de cal que duraron hasta el momento en que se acometen las obras más de cien años después. De ellas se da testimonio en los informes que desde el Servicio de Patrimonio del Cabildo se redactan antes de la intervención que se inició doce años atrás.
 
Con esta fachada se descubre a la ciudadanía y a nuestros visitantes una imagen nueva que les acerca al carácter que tuvieron las viviendas hasta finales del siglo XIX, y de las que nadie ha podido ser testigo. Pone en evidencia que todo ese proceso de pérdida de los inmuebles históricos demolidos durante el siglo pasado, no sólo suponen una casa menos, sino la pérdida de una seña de identidad de la arquitectura insular. Con esa fachada se da fe de las posibilidades que los viejos inmuebles brindan, una forma de reconocer la isla a través de un elemento diferenciador de otras manifestaciones arquitectónicas similares en todas las demás.
 
Algo que parecía imposible, fruto de una labor de observación y de investigación, nos permite personalizarnos aún más y dotar de mayor calidad, en su dimensión turística, este destino; de orgullo en su dimensión social. Sin duda, hoy es la mejor fachada de la ciudad y una de las mejores de la isla. Sin inventos.
 
Manuel Perdomo Aparicio ejerció como inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo de Lanzarote hasta el año 2010

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