La encíclica del papa

Ha sentado muy mal entre los supuestos cristianos de derechas la encíclica Fratelli Tutti, en la que el papa Francisco propone un nuevo orden mundial con los pobres en el centro. La carta solemne dirigida por Jorge Mario Bergoglio a todos los obispos y fieles del orbe católico supone un tirón de orejas en toda regla a las políticas neoliberales y la fiebre consumista. “El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente”, ha dicho el papa. Como es natural, los grandes medios de comunicación conservadores se han hecho los sordos.
 
Francisco defiende una reforma de la Organización de las Naciones Unidas, así como de la arquitectura económica y financiera internacional, “para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones”. Sostiene que no hay guerras justas, critica los populismos y los autoritarismos, reivindica que la política no debe someterse a la economía, reclama que las distintas religiones se pongan al servicio de la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia, rechaza el resurgimiento de nacionalismos cerrados, “exasperados, resentidos y agresivos”, demanda la igualdad para que “nadie puede quedar excluido, no importa dónde haya nacido” y considera “inaceptable que alguien tenga menos derechos por ser mujer”. 
 
¿Un papa rojo? Un papa profundamente humano.

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