Top Secret, 15 de octubre de 2018

La comparecencia

La comparecencia
La comparecencia de quien fuera secretario general del PSOE insular, Carlos Espino, ante la Comisión que, en el Senado, trata de averiguar cómo se financian los partidos políticos (es un decir), sirvió para acabar de desnudar al Senado y al PP. Desengáñense: no es una Comisión, aunque esté constituida como tal en los papeles del Senado. A lo sumo podríamos calificar tal cosa de pandilla de ociosos peperos, entre ellos nuestro dignísimo senador por Lanzarote (y La Graciosa), jugando a fiscales de Torrente para ver si descubren cómo se financian los partidos políticos. ¡Ellos! ¡Que tienen en Gürtel y compañía el catecismo de la cosa! Es difícil creer que ese circo vaya en serio. La foto de grupo es muy esclarecedora: sólo el PP,  en su versión original y en la franquicia de Navarra, forma parte de esa Comisión. Así pues, nos encontramos con un conjunto de trajeados que, a sueldo de todos, tratan de cobrar víctimas políticas por pueblos y regiones. Lo visto en vísperas del Pilar en el Senado no puede calificarse de distinta manera. De risa el postureo escandalizándose de un tal Aznar, inquisidor de guardia del PP para esta cosa, porque los Centros Turísticos pagasen un alquiler mensual por Los Aljibes de Tahíche de dos mil quinientos euros durante, pongamos, un año, sin que alllí se hiciera nada. Ese fue uno de los ejemplos en los que se basaron para llegar a conclusiones sobre financiación de partidos políticos.
 
A por Espino
Eso y el supuesto sobrecoste de la cocina de Jameos, actualmente en proceso judicial, y que tiene a Carlos Espino como investigado. Recuérdese que hablamos de unos senadores detectivescos buscando cómo se financian los partidos políticos (los que no son el PP, que ese sí que tenemos una ligera idea de cómo lo hace, según algunos jueces). Y nótese como del ejemplo Lanzarote (suponemos que cada senador de cada lugar llevará a esa comisión las sospechas locales pertinentes) han elegido a Espino y el PSOE cuando perfectamente podrían haberlo hecho en su lugar (o además de) con cualquiera de los ejemplos que salen en los Casos Unión, Jable o Montecarlo. Ganas de perder el tiempo. O de contar una historia incompleta. Resultaba hasta enternecedor ver al tal Aznar con el senador por Lanzarote (y La Graciosa) pegado al lado a modo del lorito que los piratas llevan en el hombro, según la leyenda, apuntándole al oído, anotándole en un papel y gesticulando sin parar tratando de que su obra soñada (hundir a Espino y, de paso, a Mario Alberto Perdomo) se completara en presencia de unos señores (y señoras) del godo que salieron con cara de haber visto mucho más toro que toreros.
 
Caiga quien caiga
Puede que convenga aclarar, no sea que este texto caiga en manos que hagan un uso muy poco recomendable de él, que en esta casa estamos por la labor de que se desenmascaren a todos los corruptos. Sean del partido y de la época que sean. Y que se depuren responsabilidades de los malos negocios, de las malas gestiones, de las meteduras de pata y de las de mano. Pero mucho nos tememos que la pandi del tal Aznar no se reúne para eso. La tropa inquisitiva más bien parece dispuesta a ir pueblo por pueblo, provincia por provincia, región por región, buscando a los sospechosos de haber patinado en la gestión pública para ajusticiarlos en la plaza del Senado. Aunque estas prácticas alienten las penas de telediario y los juicios pararelos de los que ellos abominan tanto. Naturalmente todas sus señorías las de la Comisión, tienen un currículum profesional y político absolutamente inmaculado. Sin molesta mácula. ¿O quizá no todos?

Comentarios