La ciudad [in]existente

Arrecife no existe. Es una entelequia, según el Plan General de Ordenación de Arrecife, redactado con carácter supletorio por el Gobierno de Canarias. Ante la ausencia de operaciones urbanísticas en profundidad tendentes a recualificar y mejorar lo [in]existente, la ciudad estaría por construir sobre un supuesto páramo, negando los redactores del Plan lo evidente, que 59.700 personas residen en el municipio más pequeño y densamente poblado de la isla.
 
La ciudad no existe para ellos porque apenas hay propuestas urbanísticas de hondo calado orientadas  mejorar la trama urbana [in]existente. No hay nada encaminado a la reconfiguración del centro, ni a la provisión de equipamientos y dotaciones en los barrios, ni a la articulación del centro con la periferia, ni a la vertebración de los barrios entre sí mediante la reconversión de la carretera de circunvalación en una segunda rambla medular, ni a la conexión con el Charco de San Ginés y la remodelación de las cuatro esquinas, ni a las operaciones de densificación urbana en unos casos y de esponjamiento en otros, ni a la creación de parques urbanos con abundantes árboles…
 
La revisión del Plan General renuncia a la renovación de la ciudad [in]existente
Nada de nada. Por eso es probable que Arrecife no exista sino que en la imaginación de cuatro soñadores y, quizá por eso, los esfuerzos de los redactores del Plan Supletorio se hayan centrado en desarrollar urbanísticamente las grandes bolsas de suelo. La revisión del Plan General renuncia a la recualificación y renovación de la ciudad [in]existente tratar de complacer a algunos grandes propietarios de parcelas con el cambio de tendencia del mercado inmobiliario.
 
Esta Revisión Supletoria del Plan obvia que los beneficios del planeamiento urbanístico y territorial local deben distribuirse equitativamente también entre Ayuntamiento y toda la ciudadanía, y no sólo entre los grandes propietarios de suelo. Y nada aporta, apenas, para hacer más habitable la ciudad [in]existente, que es donde vive la población actual, como si ésta nada necesitara de su espacio urbano.
 
La falta de ambición de la revisión del Plan es doblemente censurable, puesto que se pretende revisar un Plan General que data de 1991 (¡hace 27 años!), a pesar de la Adaptación Básica de 2004. Ello quiere decir, que el modelo de ciudad que se propone ahora es esencialmente el de 1991, por lo que tiene poco sentido revisar el Plan General en 2018 para dejarlo peor que en 2004 y prácticamente como estaba en 1991. Hasta el modelo de ciudad trazado en el Plan General de Ordenación de 1968 era más ambicioso. ¡Fuerte desastre!

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